viernes, 29 de noviembre de 2013

La final



El aire una navaja media ebria. El bar una caldera de fanáticos en llamas. 1 a 1 el marcador, tiempos de alargue. Final de infarto. Un extranjero intruso en esa loca lluvia de escupos y maldiciones. Colo Colo vs la U, noche infernal. “Una Schop”- pide un chileno de ojos rojos por la hierba y la locura. “Rubia o negra?”pregunta el cantinero. Él me mira “dame una negra”contesta algo burlesco. “No hay negra, solo un Negro”– grito desafiante esperando la avalancha. Él ríe, ellos ríen, todos reímos, el gol del campeonato ya no importa.
  
Antonio Ayoví Nazareno.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Viaje "Feliz"

La micros atestadas de rostros iracundos. El metro lleno de individuos en "guerra". Y en medio de ese "festin" de odios y olores, viajan lánguidos niños muertos de cansancio, luchando por que sus piernas los mantengan vertical; mujeres cansadas de su doble labor en casa y trabajo, sosteniendo las compras; discapacitados que ven con impotencia sus asientos ocupados por musculosos hombres, que se hacen los dormidos. Deberían eliminarse los asientos preferenciales para discapacitados, embarazadas y ancianos, y decretarse, presidencial o legislativamente, que ningún niño, anciano, discapacitado, mujer (embarazada o no) vaya de pie mientras los hombres vayan sentados. Y combo y cocacho para el huevón que se haga el dormido. 













Antonio Ayoví Nazareno.

lunes, 18 de noviembre de 2013

"Negro culiao"

¿Qué te pasa Negro culiao?" me insultó gratuitamente un tipo el otro día rumbo a mi casa. Me doy vuelta, me saco los lentes y camino hacia él contorneando mis caderas y mis hombros. A dos metros le disparo un estrepitoso beso y "que te pasa papi, por qué tan agresivo" le digo en voz femenina. Su piel muda de rubio a rojo, a verde y amarillo. Se turba, da media vuelta y acelera el paso. Yo sigo mi camino, me río, y me felicito. Ya no me enojo, ni pego como antes. Son más de 8 años, que la actuación y la inteligencia le ganó a mi fuerza bruta.


Antonio Ayoví Nazareno

La verdadera felicidad

El otro día conversé con cierta persona. Le hacía ver mi inconformidad por cosas que yo entendía estaban mal, sobre todo cuando se me estaba vulnerando un derecho. Me dijo que yo debía entender que a veces los sacrificios infinitos, tienen dulces recompensas. Me puso como ejemplo, la tenacidad del padre con su hijo en "En Busca de la Felicidad" (Will Smith e Hijo). Como queriendo decirme, humíllate siempre, nunca reclames, pon la otra mejilla, sé un Tío Tom asumido y algún día verás la recompensa. Le respondí que yo también vi la película, y que si bien es cierto, data de un caso real, del primer Negro que triunfó en Wall Street, ese es un caso excepcional y no una regla que todo Negro que: se deje humillar, que se muera de sed en el trabajo para no tener necesidad de ir al baño, y demostrarle a todos que es más trabajador que los demás, que se queda callado cuando todos sus compañeros se le burlan, la hacen bulling, esté destinado al final del camino llegar a ser Gerente de una empresa. La película, tiene mucho mensaje positivo, y alguno no tanto. Y esa conversación me lo confirmó. Lo ideal, es que una persona triunfe corriendo en la misma pista, en igualdad de condiciones,
sin ser chupamedias, sin dejarse humillar por ninguna jefatura. Cuando alguien te dice "sé como el hombre de la película" y sigue abusando del trabajador, ya sea Negro, Blanco, Obrero, Mujer, Minoría, con todos los chantejes del sistema neoliberal, la película se convierte en una moneda de doble interpretación. Por un lado el abuso del sistema, por otro la rebeldía proletaria. 

(Antonio Ayoví Nazareno)
 Porque les aterra la libertad, en la jaula mental en la que se encuentran quieren encerrar a todos los demás.

 

Análisis de la película "Juicio a Dios" De Emmony, A. (2008)



"Juicio a Dios"


 El Estado de Excepción que regía en el campo de concentración privaba al hombre de todos derechos, de toda condición de humano, pero en medio del holocausto había algo que ese estado no podía prohibirles, el derecho a discernir, aun en las puertas de la muerte. Y ese derecho le permitía cuestionarse aquello que había sido lo más sagrado para ellos: su fe y su Dios. Cuestionamiento que lo conduce a una contradicción entre cuerpo y alma, y a tomar una postura política respecto a su presente Agamben (2004) dice:

 …En nuestra cultura el hombre ha sido pensado siempre como la articulación y la conjunción de dos principios opuestos: un alma  y un cuerpo, el lenguaje y la vida, en este caso un elemento político y un elemento viviente. Debemos en cambio aprender a pensar el hombre como aquello que resulta de la desconexión de estos dos elementos e investigar no el misterio metafísico de la conjunción, sino el misterio práctico de la separación. (p. 16). 
Y es en ese misterio, donde un grupo de hombres al encontrarse en situaciones catastróficas, en igualdad de condiciones tienen dos elementos a los cuales aferrarse: la unidad y la fe. Uno de los cuestionamientos a Dios en la película es su falta de “criterio” al mandar a sufrir a inocentes para purgar las culpas de todo un pueblo. Se le acusa de asesinato por incumplir el contrato que firmó en el desierto con Moisés cuando prometió que si obedecían las leyes de Dios ellos serían el pueblo elegido, una Nación Sacerdotal. Algunos pensaban que se debía rezar más, demostrar ser un buen judío y aceptar con resignación el sacrificio, el sufrimiento que era parte del plan de Dios. Que quizá no era Dios quien incumplió el pacto sino ellos mismos. Otros cuestionan el porqué Dios elige castigar a los buenos hombres y no a los malvados como Hitler. En pleno Estado de Excepción, a pocas horas de ser llevados a  la muerte pretender que es Dios quien ejecuta todos los actos como sacrificio, y que no se debe cuestionar nada, porque todo está predestinado a suceder, es encarcelar la capacidad del hombre a pensar, a discernir entre lo bueno y lo malo, lo correcto o lo incorrecto, tomar decisiones, erradas o correctas.


Quiero decir, desde un punto de vista que desconstruye, en el interior mismo de lo político, cualquier creencia en un ordenamiento divino de las cosas políticas, significa cualquier pretensión de totalidad típica de aquellos -“locos por el Estado”- que olvidan el carácter necesariamente parcial, dual, plural, de la representación política, su inauntenticidad constitutiva, su `diabolicidad´(en el sentido de `dos´) originaria, su estructural inadecuación para representar lo entero, la comunidad, el individuum: “El desprecio, la decadencia y la muerte del Estado, la liberación de la persona particular (me cuido mucho de decir del “individuo”) serán la consecuencia de la idea democrática del Estado” (Espósito, 1996, p.48). Estas palabras son válidas no solo para criticar las ideas políticas  de los opresores como Hitler, sino también la pasividad de los rabinos al tratar que todos aceptaran el sufrimiento y la muerte con entera resignación, pues el malvado acto político y criminal de su verdugo era una acción divina. Hitler era solo una herramienta usada por Dios. Por eso en esa sala el enjuiciado no era Hitler sino su creador político. Uno de los fiscales en el juicio indica:

Los hombres hacen sus necesidades a imagen de sus dioses, por lo tanto las sociedades con muchos dioses tienen muchos líderes, diferentes centros de poder…y luego vinieron los judíos y dicen que hay un solo Dios, y crea una sociedad que concentra todos los poderes en manos de un hombre, un rey, una sociedad eficaz, un buque eficiente. Un dios, un rey. Así es como es. Se trata del poder y la lucha y lo que han perdido…En este lugar Hitler es Dios. (De Emmony, 2008, God  on Trial) y Agamben (2004) manifiesta: “Al único Dios en los cielos corresponde un único imperio sobre la tierra” (p. 20), y según este criterio, para los Rabinos, Hitler no era Dios, era solo el elegido por Dios para que dirigiera la purificación, y daba lo mismo qué métodos atroces usase para lograrlo. Esta teoría de los Rabinos es la misma que han usado y siguen usando, tanto gobiernos totalitarios como democráticos para justificar decretos coercitivos cuando, su régimen en estado de decadencia amenaza sucumbir. Ese es el Estado de Excepción, es decir lo importante es mantener el régimen, totalitario o “democrático”, no importa a qué costa. Todavía escuchó en Chile algunos “neonazis” trasnochados que dicen que lo sucedido en Septiembre del 73´ era necesario para evitar que los comunistas, con Cuba y Rusia a la cabeza, se adueñaran de país, y lo que es peor, afirman que gracias a “su General” Chile es un país próspero hoy. (Próspero para unos pocos que le economía de mercado les tiene llenos los bolsillos). Es decir se usa la conjunción: terror y sufrimiento vs beneficios y prosperidad. La herramienta fundamental del Estado de Excepción es el terror para minar cualquier capacidad de respuesta del contrario. Terror que solo puede ser combatido con una postura política que exija justicia y condena para los culpables, o también puede ser inducido a que el desgraciado acepte su condena sin reclamo alguno so pena que Dios lo castigue nuevamente negándole la entrada al paraíso. Ranciere (2005) indica:

Lo que responde entonces al fenómeno del terror, es bien una justicia infinita, que ataca a todo lo que suscita o que podría suscitar terror. Una justicia que no se detendrá jamás o que se detendrá cuando haya cesado el terror, que por definición no se detiene jamás en los seres sometidos al traumatismo del nacimiento. Al mismo tiempo esta justicia infinita es una justicia que se ubica por encima de toda regla de derecho. (p. 27). Y esa era la justicia que los presos querían lograr en esas cuatro paredes en busca del culpable del holocausto. Sin embargo el mismo Ranciere (2005) piensa que quizá lo que se opone al mal del terror es un mal menor o la conservación de lo que es, o bien una salvación que llegaría de la radicalización de la catástrofe, argumento usado por algunos ejércitos actuales para justificar intervenciones. (p. 32) Los Estados Unidos e Israel lo usan para invadir países. Mujeres, niños, ancianos, que caen inocentemente son para ellos solo “efectos colaterales” de la democracia mundial, un mal menor.

En la esfera religiosa ese mal menor radica en creer que después de ese sacrificio vendrá la purificación, luego la salvación, aunque no sea para ellos, el individuo, sino para el Otro, para el pueblo que sobrevive a la masacre. Uno de los personajes argumenta que la primera purificación que tuvieron los Judíos fue en el diluvio, la segunda la destrucción del templo por Nabucodonosor y, de no ser nada, ahora con la Torá, eran poderosos. Que si se hubieran quedado como estaban no habrían avanzado tanto. (De Emmony, 2008, Juicio a Dios) Y otro agrega “Imaginen que Dios es cirujano y tiene que eliminar un brazo o una pierna con gangrena para curar todo el cuerpo. Es un acto violento. Es doloroso. Pero también es amoroso” Es decir, para algunos el dolor, el castigo, la muerte es por un acto de amor. Para mí, ese acto de amor de Dios está presente en milagros, como por ejemplo el bebé en China que resultó vivo después de estar dentro de un tubo del sanitario, ese acto de amor está presente en el cambio en la lista del padre por el hijo, para que éste viviera unos días más. (Contradiciendo su propia creencia, pues si estaba seguro que iban todos a los brazos de Dios, daba lo mismo quien iba primero a la cámara de gas) Ese Dios tan macabro y castigador, no me cuadra. ¿El juicio de los fiscales a Dios y la defensa de los Rabinos era un ejercicio democrático en pleno Estado de Excepción? Espósito (1996) afirma:

… democracia es la liberación de lo político, de la propia autovaloración, del creerse, definirse o atribuirse valor. De su intención, presunción por representar el Uno, el Bien, la Justicia (…) La democracia remite contemporáneamente a esta doble  `salvación´: es esta –tal distancia respecto al valor y del valor – la que la substrae a cualquier precipitación consecuentemente nihilista: no su pretendida valoración (p. 47) Creo que en el juicio existió democracia precisamente porque hubo quienes se liberaron del Torá, de la religión, es decir del propio Dios, de su propia contradicción existencial. Sin embargo pienso que también había algo de totalitarismo, de ideas ciegas, sin dejar algún resquicio para la validez del argumento contrario. Esposito (1996) advierte:

El totalitarismo no es lo otro, sino el revés de la democracia. La diferencia no es poca cosa, porque es la que hay entre una oposición simple y una oposición sometida a una arriesgada copresencia donde el riesgo está representado por el hecho de que el totalitarismo a pesar de que se opone a la democracia, tiene sus raíces de modo embrionario dentro de ella y no en su exterior. (p. 41).  Es decir el totalitarismo y la democracia pueden constituir dos caras de la misma moneda. Quizá por eso el Estado de Excepción ha sido un mecanismo de coacción usado no solo en dictaduras militares sino también en regímenes democráticos.  Hoy en día muchos usan esa amenaza para evitar las manifestaciones populares, un ex ministro de Gobierno de Piñera amenazaba siempre con aplicarla, claro acá se le da otro nombre “Ley de seguridad del Estado” “Ley antiterrorista” usada frecuentemente contra los Mapuches.

Surge aquí otro aspecto: La moral, lo ético, eso que limita nuestras acciones entre el bien y el mal, en un estado de excepción queda, de alguna manera, a la libre determinación del individuo. Ranciere (2005) señala:

La moral implicaba la separación de la ley y del hecho. Implicaba al mismo tiempo, la división de morales y derechos, es decir la división entre las maneras de oponer el derecho al hecho. La supresión de esta división tiene un nombre: se llama consenso. (p. 28) Y eso es lo que buscaban los prisioneros, un consenso, usando una herramienta democrática como el juicio. ¿Era ético o moral enjuiciar a Dios de asesinato? ¿Era moral que Dios usara el sacrificio de la madre de Ezra, o el sufrimiento de los hijos de Lleble, sodomizados por Menguele, para purificar la culpa de todos los judíos? Quizá la respuesta la tiene el capataz que no es judío, y dice que hace lo que hace para vivir, que no es una escoria como los otros presos que ya están muertos, que no le preocupa conocer a Dios, porque lo que el hace no es nada comparado con lo que hacen los Sanderkommandos, judíos que envían a otros judíos a las cámaras de gas, que le roban sus utensilios y luego se los venden a otros judíos, judío comiéndose a judío, aun ahí en ese infierno, que él hace su trabajo bien y Dios lo premia por eso, que ahí él es Dios. Y efectivamente el Estado de Excepción, donde no hay Dios ni ley, permite precisamente que cualquiera, verdugo o víctima, con un poquito más de poder que el otro, se autodenomine Ley y Dios.

En efecto el estado de excepción es un estado que indiferencia verdugos y víctimas, tal como hace equivalente lo extremo del crimen del Estado nazi y lo ordinario de la vida de nuestras sociedades. El verdadero horror de los campos, dice Agamben, todavía más que la cámara de gas, es el partido de futbol que oponía en las horas vacías las SS y los judíos de los Sanderkommandos. Y este partido se reinicia cada vez que nosotros prendemos la televisión para ver un partido de fútbol. (Ranciere, 2005, p. 35). ¿Cómo se criticaba a Dios de sus desgracias, cuando algunos judíos mostraban ese comportamiento aberrante contra sus propios hermanos? ¿O solo era ese lado del hombre, que ante la muerte y la desgracia activa su animal instinto de supervivencia? Lo moral por ejemplo nos indica que no debemos comer carne humana. Pero hasta donde llega esa “ley moral”. ¿Tuvieron otra opción los sobrevivientes uruguayos de la tragedia de los Andes? ¿Dios les perdonó ya por aquel acto de canibalismo? ¿O fue una idea de él mismo, que comieran carne humana para sobrevivir? Los testigos de Jehová no permiten transfusiones de sangre. ¿Es una orden de Dios que deben morirse antes que aceptar una pinta de sangre de tu hermano, madre, etc., para vivir? Uno de los litigantes en el juicio dijo: “¿Sabes lo que es un Dios que no es personal? Es el estado del tiempo. Eso es todo”. (De Emmony, 2008, God  on Trial) Y Ranciere (2005) agrega:

…El tiempo volcado hacia el fin a realizar –progreso o emancipación-, es reemplazado por el tiempo tornado hacia la catástrofe que está detrás de nosotros, pero también el viraje ético es una nivelación de las formas mismas de la catástrofe que se invoca. La exterminación de los judíos de Europa aparece entonces, como la forma manifiesta de una situación que caracteriza muy bien lo ordinario de nuestra existencia democrática y liberal. (p. 35) En nosotros está discernir, ¿es Dios en realidad el causante de todos lo crímenes genocidas de Bush, padre e hijo, de Pinochet, y otros representante de gobiernos “democráticos” que siguen manteniendo al pueblo sumido en el terrorismo de Estado? Los Mapuches en el sur, ¿actualmente viven en un gobierno democrático o en un Estado de Excepción? Como paradoja del destino hoy Israel mantiene en Estado de Excepción a sus vecinos apoyados por el gobierno “democrático” de Estados Unidos, que también tiene su propio Estado de Excepción y su campo de concentración en Guantánamo, donde tiene a cientos de árabes acusados de terroristas y los tortura sin las mínimas normas de humanidad y violando los convenios internacionales. Montesquieu en Espósito (1996) señala: “La democracia debe por tanto evitar dos excesos: el espíritu de desigualdad, que lleva al gobierno aristocrático o al uno solo, y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo de uno solo, al igual que este termina con la anarquía” (p. 41)

Dios fue declarado culpable en el infierno de ese régimen totalitario. Los dos Bush, Israel y otros defensores de la “democracia” que usan hoy los mismos métodos, esperan el juicio de la historia. Esposito (1996) dice que el hombre sale de la nada, atraviesa el tiempo y desaparece en el seno de Dios, y que es lo bastante claro como para ser algo de sí mismo y muy oscuro como para que los demás hurguen en sus tinieblas impenetrables. (p. 55) Quizá el capataz tenía razón, y cada uno de nosotros tenemos alguna vez la oportunidad de ser “Dios” y de poseer la moneda en nuestras manos, de nosotros depende qué lado utilizar.

 (Antonio Ayoví Nazareno)


Bibliografia:


Agamben, G. (2004). Estado de excepción. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editores.



Esposito, R. (1996). Confines de lo político. Nueve pensamientos sobre política. Madrid: Trotta.



Rancière, J. (2006). El viraje ético de la estética y la política. Santiago de Chile: Palinodia



De Emmony, A. (2008). God on trial (Juicio a Dios)

Análisis película "Los Miserables"



El delito de Valjean por el que había pagado diecinueve años de cárcel y expuesto a los peores castigos no fue el robar un pan, fue algo peor. Para la monarquía imperante basada en el atropello al prójimo, el grave delito de Valjean era haber atentado contra la propiedad, defendida con irracional celo por el Estado y castigada implacablemente. Para esa sociedad era imposible atisbar que el acto de Valjean era impulsado por una ley natural, que nos conduce a todos los hombres a sobrevivir de cualquier manera. Valjean era un hombre de paz, de sentimientos nobles, que le tocó vivir en una sociedad desigual, aristocrática, donde los buenos sentimientos poco importaban, tan solo la codicia, la vanidad, la envidia, el sojuzgamiento. 

El hambre carcomía las entrañas del pueblo obligándolo a proveerse de alimentos de cualquier forma para poder subsistir, sobre esa acción instintiva, Maquiavelo (1995) dice "…La paz sería, pues, la primera ley natural (…) Al sentimiento de su debilidad el hombre uniría el sentimiento de sus necesidades, y así, otra ley natural sería la que inspirase la búsqueda de alimentos" (p.133) De esta manera las acciones de un pueblo que reclama por sus derechos lo llevan a “atentar” contra las leyes establecidas para defender a los propietarios, ya que al defenderlos, se defendía las cimientes del mayor propietario de todos: La monarquía, el poder absoluto. Poder que se sostiene precisamente de la desigualdad, en la opulencia de unos pocos y el hambre del pueblo. Ese pueblo está representado en Valjean, que exigía su justicia.

Según Hobbes (1997) “Los hombres somos iguales por naturaleza y eso justifica que éste reclame cualquier beneficio con igual derecho que el otro (p.144) Pero ese sentido de propiedad mal entendido es el que ocasionan las rivalidades y con ello la injusticia. Para Rousseau (Discursos, 1985) el primer hombre que marcó un lugar y dijo esto es mío; y hubo gentes simples que le creyeron, fue el fundador de la sociedad civil, que si esa misma persona hubiese dicho que los frutos son de todos y la tierra de nadie, se habrían evitado muchos crímenes y guerras. (p. 161) Es decir, la sociedad civil se forma de la constitución de las familias, sino también a la par de la diferencia esencial entre el que tiene algo versus el que no tiene nada.

Pero el principio de la Monarquía no es la igualdad, por el contrario, es precisamente la desigualdad, esa que surge cuando el hombre según Rousseau (1943) deja su estado salvaje de contemplación y paz, y sale de las cavernas para dedicarse a acumular riquezas, perdiendo así su libertad natural y estableciendo así la ley de la propiedad y la desigualdad. (p.181)

La Francia de esa época era un sociedad llena de miedo, de odio y de esta natural reacción de sus sentimientos aflora la violencia, la anarquía, los crímenes, los saqueos, las riñas. Maquiavelo (1995) cree que esto le da más motivo al gobierno para juzgar necesario establecer un gobierno severo para pacificar al pueblo y hacerlos regresar dóciles a la voluntad del monarca. (p.113) Precisamente el inspector Javert que representaba dicho régimen inhumano, era el llamado por el destino y por el Estado  a “disciplinar” a Valjean que representaba a dicho pueblo, tratando con golpes y castigos arrancarle todo el honor, la dignidad, la hombría, la bondad que le quedaba y devolverlo a la sociedad vacío, sin alma y lleno de odio, para de esta manera alimentar más a la desordenada masa y así tener más motivos para reprimir.

Cuando Valjean llega donde el sacerdote que lo acoge y le da alimento, cama, y comete su segundo acto de “apropiación” y aparecen destellos de miedo y violencia, podríamos decir que dicha reacción era producida por la misma condición natural de un hombre desconfiado, asustado, a la defensiva. Obviamente para el fugitivo, acorralado en ese mundo exterior, donde no sabía como defenderse, todos eran inspectores Javert hasta que no le demostraran lo contrario. Al respecto Hobbes (1997) afirma: “Le tenemos aversión u odio no solo a lo que nos hace daño, sino también a aquello que no sabemos si nos dañara o no”
(p. 39). Por hambre había “profanado” la propiedad diecinueve años atrás y por esa misma causa, tratando asegurarse no sentirla nuevamente sustrajo los candelabros de la iglesia con el golpe al sacerdote incluido por el temor a volver al infierno de la prisión. El mismo Hobbes añade:

Acciones como andar, hablar, golpear y otras reciben el nombre de conatos, cuando este va dirigido hacia quien lo causa es llamado Apetito o Desea, siendo el último el nombre general y el primero un término reservado a menudo para significar el deseo de alimento, es decir, hambre y sed. (p. 38)

En otras palabras, el instinto de supervivencia del ser humano lo empuja a obtener su alimento no escatimando el medio para lograrlo, y cuando el hombre, no puede alcanzar satisfacer esta necesidad en forma pacífica, usa la violencia. Es lo mismo que sucede hoy en “democracias” con crisis económicas, morales, políticas, donde se puede apreciar a los desclasados saqueando alimentos para proveerse y a la fuerzas del “orden” reprimiendo. Valjean era un hombre “libre” una libertad atada por el miedo que lo obligaba a no sentirse seguro en aquella ciudad regida por normas y leyes injustas, y él era un hombre “…sin tribu, sin ley, sin hogar” (Homero, citado por Aristóteles (1998, p. 28). Sin embargo la misma naturaleza humana instintiva empuja al hombre a vivir en sociedad o a tratar de sobrevivir en ella. Valjean necesitaba de esa ciudad caótica, pero sociedad al fin, del mismo modo que ésta también necesitaba de él. Porque es ahí, dentro ese caos compartido con el pueblo donde los seres humanos nos damos cuenta de la realidad, que nos lleva a comprender que somos parte de esa “jauría” de lobos hambrientos, cansados, y nos lleva a asumir nuestra posición de clase. Y de esa sociedad surgen los líderes, de entre los estudiantes, los obreros, lo campesinos, las prostitutas, surgen las ideas y con ello la organización popular. Aristóteles (1998) dice “De todo es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social y que el insocial por naturaleza y no por azar, es un ser inferior o superior al hombre” (p. 28)

La bondad del sacerdote al perdonarlo demostrándole que no era como el inspector, no es más que el reflejo que en esa sociedad llena de penumbras, de ignorancias, de irracional actuar, aparecía una luz que irradiaba destellos de entendimiento y razón, que veía al hombre más allá de sus actos, sino que escudriñaba en su pensamiento, en su alma, en su conciencia, y que aspiraban iluminar de justicia y sabiduría a un gobierno sin rumbo.

Bajo él, clérigos dignísimos, sin mengua de su deber ministerial, pueden, en calidad de doctores, someter libre o públicamente el examen del mundo aquellos juicios y opiniones que se desvíen, aquí o allá el clero reconocido y con mayor razón los que no están limitados por ningún deber de oficio” Kant (1993, p. 171)
En algunos países latinoamericanos, como Chile, Nicaragua, El Salvador, Brasil, entre otros, en ese período oscuro de nuestra historia latinoamericana, hubo dignos sacerdotes que, en algunos casos, desoyendo las instrucciones de la iglesia, ayudaron y salvaron a muchos Valjeanes, Maurus y Antonietas de las garras de las dictaduras, negándose a ser cómplices de la barbarie.

Es decir haciendo uso de esa libertad de pensar, el cura entendió el por qué de la acción de Valjean, el correcto uso de su razón le pone al frente a una víctima no un victimario, un hombre asustado más que un hombre peligroso, que necesitaba ayuda más que castigo, perdón más que reproches. Montesquieu (1984) apunta que el hombre es un ser flexible que se amolda a los pensamientos e impresiones de los demás, que este puede reconocer su propia naturaleza cuando alguien se la muestra o perder el sentido cuando se la ocultan. (p.130) El cura predicó con el mejor de los ejemplos, con la bondad, con el amor por el prójimo, por ese sentimiento natural de un ser humano de hacer el bien, de vivir en armonía, como lo hacía el hombre en las cavernas, donde existía la libertad individual y la ayuda colectiva, no como en sociedades como la de Valjean donde no existía ni lo uno ni lo otro. Y es más te quieren arrebatar la libertad, tratando sacar provecho del otro y haciendo daño al prójimo (como aun se ve en la actualidad) donde muchos gobiernos oligárquicos y grupos de poder actúan sin Dios ni ley “porque  mientras cada hombre se aferre al derecho de hacer todo o que le plazca, todos los hombres estarán en situación de guerra (…) Esto es lo que dice aquella ley del evangelio: lo que quieras que los otros te hagan a ti, házselo tú a ellos…” (Hobbes 1997, p. 51) ¿Qué puede esperar entonces un gobierno que traiciona y reprime al pueblo? ¿Cómo pedirle que no salga a las calles a luchar por la igualdad? (reflexión para algunos países “democráticos” del barrio que no escuchan la voz de la masa).

La luz del sacerdote no solo lo induce a perdonar a ese pueblo encarnado en Valjean, sino que le regala los candelabros de plata recordándole que él había prometido ser un hombre nuevo y que con esa plata que le entregaba lo rescataba del miedo, le compraba el alma y lo devolvía a Dios. (August, B. film Los miserables) El clérigo simboliza la nueva época de iluminación cultural, espiritual, donde el hombre desataba sus ataduras y se aprestaba a pensar por sí mismo, haciendo uso de esa natural capacidad de discernir entre el bien y el mal, lo justo y lo injusto, entre igualdad y desigualdad y abre su espíritu y su corazón libre, ilustrado, para Kant (1993) la ilustración es la liberación del hombre de la incapacidad de pensar por sí mismo, y para hacer uso de ella solo se requiere la libertad de hacer uso público de la razón íntegramente. (p. 167)

La monarquía solo puede gobernar en  las ciudades a través de miedo y el terror. Para protegerse y proteger a la propiedad de la ira del pueblo establece un conjunto de leyes, usando para ello un ejército represivo que haga respetar la “justicia” sin el mínimo de piedad. La continuidad de los estados descansa muchas veces, sobre la eficacia de esas medidas represivas, en la pericia implacable de la ley y la despiadada acción de la milicia. Para Montesquieu (1984)

En la monarquía, las leyes han previsto la Constitución o se han ajustado a ella: el principio del Gobierno supone la existencia del Monarca, pero en una República en la que el ciudadano consigue un poder exorbitante, el abuso que de él hace es mayor porque las leyes que solo han previsto, nada han dispuesto para contenerlos…” (p. 137) Y ese era el temor del Estado con sus medidas. La desigualdad, la injusticia, se hacen presentes no solo por parte del Estado, sino también de los ciudadanos con propiedades y un poco de poder. La desigualdad hace florecer las pasiones, la envidia, el odio. Esa misma desigualdad que hoy tiene al pueblo obrero ganando un mísero sueldo de 193.000 pesos con el cual debe alimentar, vestir a su familia y aparte costear los estudios de sus hijos. Mientras los dueños de la propiedad tienen onerosas rentas para vivir como monarcas y disfrutan de sus cuentas en alguna que otra isla privada por ahí (cualquier similitud con la realidad no es coincidencia).

La desigualdad permite que el propietario arrendador y la jefa del taller abusen de Antonieta; que los tutores de Cosette exploten a la niña. Rousseau (1985) plantea que existen dos tipos de desigualdad entre los hombres, una natural o física que tiene que ver con diferencia de edad, salud, fuerza y cualidades del espíritu, y otra desigualdad de orden moral o político (p.118) La de orden moral y político reflejada en el monarca, los magistrados, la milicia, y la tipo espiritual la jefa del taller, el arrendatario, los tutores de Cosette, en los cobardes que quisieron abusar de Antonieta. Locke (1994) agrega:

…Pues no es fácil imaginar que quien fue tan injusto contigo como para cometer una injuria contra su prójimo sea al mismo tiempo tan justo como para castigarse a sí mismo por ello (…) mucho mejor sería la condición del hombre en su estado natural, donde por lo menos, los individuos no están obligados a someterse a la injusta voluntad del prójimo. (p. 61)

En contrapeso el Alcalde, (Valjean  encubierto como Laffite) quien comprara el pueblo por 500 francos nueve años atrás, disfruta de su riqueza y sus propiedades dando trabajo, siendo generoso y solidario con el pueblo, viviendo en una casa, vieja, humilde, sin lujos (En nuestro patio latinoamericano tenemos un digno ejemplo de imitar, de cómo debería ser y vivir un buen representante de un Estado) cosa que Javert, nuevo inspector asignado al pueblo de Laffite no podía entender. El alcalde era respetado y admirado por todos por sus actos nobles, solidarios, como cuando con sus fuerzas rescata al obrero aplastado por la carreta. Hobbes  (1997) dice que “…Cualquier cualidad que hace que un hombre sea amado o temido por muchos, o la reputación de poseer esa cualidad, también es poder, pues constituye un medio para lograr la asistencia al servicio de muchos” (p. 42)

Y ese poder era el que el alcalde usaba para vivir en paz, en humildad y armonía con su pueblo. Ese mismo poder que lo obliga a defender a Antonieta de los abusos del inspector acosador. La naturaleza de Javert es acosar, odiar, producir miedo en los demás. Al igual que al régimen que representaba, él era el dueño de la justicia y la aplicaba a su manera. Muy al contrario Locke (1994) indica que los hombres somos independientes y que nadie tiene derecho a acosar a otro en cuanto su vida salud, libertad o posesiones. (p. 57)

La sociedad francesa del siglo diecinueve era una sociedad hipócrita, de doble moral, exigía rectitud al pueblo, sin embargo los representantes del Estado eran los más corruptos. Javert no solo acosa a Antonieta, sino también al alcalde de quien sospecha. Y lo enfrenta diciendo que un hombre honesto no le teme a la verdad, que en su pueblo saben que su madre era prostituta y su padre un ladrón, que reformarse era una fantasía sin sentido, que la ciencia moderna dice que se está de lado de la ley o en contra que un lobo usa la piel de cordero pero sigue siendo lobo. (August, B. Los miserables) Creo que la verdadera justicia es aquella que se ejerce con imparcialidad, sin influencia de pasiones sino más bien, en base a la verdad, a la razón y entendimiento del acto que se enjuicia. Javert representa ese tipo de “justicia” irracional, de odio, de venganza, que representaba su propia naturaleza. Pienso que un hombre bondadoso puede impartir justicia con mayor sabiduría que uno lleno de maldad. El ayudante del inspector muestra más sabiduría cuando dice que lo hecho con su jefe con Antonieta era injusto, pues en vez de proteger a la víctima protege a los victimarios. Contrastando con el concepto de justicia del alcalde quien a pesar del agravio del escupo en su rostro protege a Antonieta, le perdona e impone su razón basándose en la misma autoridad que la ley le otorgaba. Es decir las leyes deben estar siempre para proteger a los más indefensos. Sin embargo sabemos que en algunas sociedades dividas en clases esto es una quimera. Y Rousseau (1985) lo reafirma cuando confiesa “hubiese querido, pues, que nadie en el Estado se pudiese decir por encima de la ley y que nadie desde fuera pudiese ignorar algo que el Estado se viere forzado a reconocer” (p. 97) Y el noble alcalde lo dejó bien claro haciendo buen uso de la ley.

            El amor está presente en esa voluntad de Antonieta, aun en lecho de muerte tratando entregarse al alcalde,  como  último sacrificio para ayudar a su hija. El amor está en la entrega de Valjean al adoptar como suya esa familia en miseria, que constituían Antonieta y Cosette. Aflora en un sentimiento paternal para con esas dos mujeres que el destino ponía en sus manos: una para despedirla con la tranquilidad y confianza que su hija quedaría en buenas manos, y la otra para brindarle todo su amor. Surge en él, pues, ese instinto natural, el de padre.  Según Rousseau (1985):

Los primeros desarrollos del corazón fueron el efecto de una situación nueva que reunía en una habitación común los maridos y las esposas, los padres y los hijos. El hábito de vivir juntos hizo nacer el más dulce de los sentimientos que conocen los hombres, el amor conyugal y el amor paterno. Cada familia se convirtió en una pequeña sociedad tanto mejor unida cuanto el apego recíproco y la libertad eran los únicos lazos… (p. 167)

La propiedad material no debería representar la base de la sociedad civil, la base sólida de la misma debiese descansar sobre la familia, la solidaridad, la justicia y, sobre todo, la igualdad entre los hombres. Una igualdad que permita que los miembros de la sociedad puedan disfrutar de todos los bienes que en esta se generan, pero eso era utópico para aquella Francia, así como lo fue con ese mismo hombre cuando recién salido de la cavernas empezaba a acumular propiedades y a mirar al otro con envidia. Así como también, esa igualdad sigue siendo una utopía para algunos Estados democráticos en la actualidad.

El compromiso de Valjean con la sociedad civil para defender al inocente loco, aun contra el poder que intenta ocultar la verdad en consideración a su cargo y fortuna, muestra la decadencia moral de la justicia representada en los magistrados y enaltece más las virtudes de Valjean. Constant (1943) manifiesta “El pueblo no tiene derecho de herir a un solo inocente ni de tratar como culpable a un solo acusado sin pruebas legales. No puede, pues, delegar a nadie semejante derecho…” (p. 27) Y Valjean era pueblo noble, honesto y como tal actuó.

            El miedo reaparece nuevamente en Valjean, y el odio y venganza en el inspector autorizado y sacramentado para hacer justicia.  Y la violencia en que reincide nuevamente para huir del malvado está justificada en ese temor natural de un hombre por proteger a los suyos. Ese conato representaba un acto de justicia para Antonieta, para Cosette, para él mismo.  Y la desigualdad trae consigo que el pueblo, desprovisto de sus legítimos derechos,  se subleve contra el régimen, cualquiera que este sea. El pueblo acorralado siempre lucha por sustituir el orden imperante y reemplazarlo por otro que mejores sus condiciones, y mágicamente aparecen las palabras Libertad, Revolución, República. La sociedad civil compuesta siempre por obreros, campesinos, estudiantes, mujeres, niños, todos en las barricadas (o en las calles actualmente) luchando por libertad, igualdad y justicia: Cuando un pueblo se cansa del atropello ya no recibe dádivas. Hobbes (1997) decía “dar regalos a los hombres es honrarlo reconociendo su poder, darle migajas, limosnas es afrentarlo, humillarlo” (p. 43)  Y los pueblos oprimidos luchan por el mejor regalo de todos: La Libertad, y un pueblo solo puede ser libre cuando la propiedad es común, equitativa, caso contario va a ser siempre presa del poder privado, los propietarios. La mejor sociedad civil es aquella donde todos son socios, los que gobiernan, los que hacen las leyes, y el pueblo. Con un poder común que represente a todos. Hobbes añade “donde no hay un poder común no hay ley, y donde no hay ley, no hay injusticia (…) La justicia y la injusticia se refieren a los hombres cuando están en sociedad, no en soledad” (p. 49) Y en todo gobierno totalitario, absolutista, el pueblo está solo, desprovisto de sus elementales derechos y rebajado a la condición más humillante. Por lo tanto, sin ley y sin justicia la única salida es la organización y la lucha, las barricadas (las calles)  porque “…La libertad es el fin de todo grupo social, sobre ella se apoya la moral pública y privada, los cálculos, la industria, sin ella no hay paz, ni dignidad, ni bienestar para los hombres” (Constant. 1943, p. 168)

            Se advierte varias formas de ser revolucionario, de ayudar al pueblo: La de Valjean alimentando altruistamente a la gente, la de los estudiantes con Maurus a la cabeza organizando política y militarmente para la lucha, y le del propio pueblo dando su vida por la causa. Nuevamente el miedo natural de Valjean aflora disfrazado de violencia hacia su hija al sentirse engañado, Cosette se rebela y le exige igualdad, que como le pedía honestidad si él no había sido honesto con ella al ocultarle tantos secretos. La confesión de Valjean lo libera del miedo, lo hace más fuerte, lo une más a su hija y le permite identificarse mucho más con su pueblo, con su clase.

            Javert reprime sin compasión a la masa que cae abatida en nombre de la “Ley”, de la propiedad, y del monarca. La naciente República agoniza junto al pueblo y el monarca afianza aun más su poder. Al respecto Maquiavelo (1995) dice “…porque el Señor, aprovechándose de la rebelión, vacila menos en asegurar su poder castigando a los hambrientos, vigilando a los sospechosos y reforzando las partes más débiles” (p. 99) Y el mismo Maquiavelo (1995) considera que un Príncipe para evitar sinsabores debe contar con la amistad del pueblo. (p. 99) Y quien contaba con la amistad de su pueblo era Valjean, por lo tanto él merecía ser el verdadero Príncipe.  Javert es un hombre que arrastra cadenas por su herencia paterna y materna. Su naturaleza está enlazada con el odio a su pasado. Cuando detiene a Maurus y Cosette  al  gritarle que ella era hija de una prostituta, no era más que un intento de esconder tras su poder el odio que sentía por sí mismo, pero se encontró con una mujer criada con amor, con cariño y respeto, libre de rencores, de recuerdos amargos y eso le otorgaba más poder a ella que a su agresor. Según Macpherson (1979) el poder de cada hombre es contrarrestado por el poder de los demás… (p. 201)

            Valjean, con todo su derecho de hacer justicia a nombre suyo y del pueblo, y con ello quitarse la maldita sombra de su vida, en un acto de irracional bondad, desata las manos de su verdugo y le da la libertad a pesar de su soberbia advertencia de perseguirlo sin cesar. Nuevamente se demuestra como la justicia y la forma de aplicarla depende de mucho de la maldad o bondad juez. Y en este caso el juez tenía todo su derecho para hacerla a su manera. Refiriéndose a la justicia Constant (1943) afirma “Un deber positivo,  general, sin restricción, siempre que una ley parece injusta, es no hacerse su ejecutor” (p. 24) Pero cuando suceden estos casos, casi nunca la masa, el pueblo actúa como Valjean. Al respecto Hobbes (1997) opina “…un hombre no puede renunciar al derecho de resistir a aquellos que lo asaltan por la fuerza y quieren quitarle la vida…” (p. 53)

             Sin juicios ni la posibilidad de defenderse el pueblo es fusilado sin piedad en nombre del monarca y Javert, como premio a su constancia, como fiel lobo cazador, con un hambre de diecinueve años, atrapa a sus dos presas. En un atisbo de compasión deja ir al Maurus herido y Valjean cumple la palabra de volver rendido a los pies de la “Ley”. Y como una ironía de la vida, de la propia ley natural de los hombres, aquel inspector había aprendido la lección de ese hombre de nobles virtudes que había maltratado y acosado por tanto tiempo. Como muestra del honor que el prisionero le había arrancado desde el fondo del alma, le quita las cadenas y se las coloca él, confesándole que había tratado de vivir toda su vida sin violar una regla y ahora había violado una. Le dice que queda libre, demostrando que dentro de su maldad había también un hombre con vergüenza, con valor, que honraba a otro con igual o mayor virtud. Hobbes (1997) señala “El valor o valía de un hombre, es como ocurre con todo lo demás, su precio, es decir, lo que haríamos para hacer uso de su poder” (p. 42) Y Javert nunca pudo conseguir aquello, nunca pudo doblegar a Valjean. El suicidio es un acto de valor que reconoce que estaba frente a un hombre de una grandeza natural que el habría querido para sí mismo, con virtudes que terminó admirando. Macpherson (1979) dice “honrar a un hombre, es comprender o reconocer que ese hombre tiene el sobrante o excedente de poder cuando se contiende o se hace una comparación con él” (p. 203) y Javert así lo entendió.

Cuan distinta sería la realidad de nuestras democracias si las autoridades, de una vez por todas, honraran y reconocieran el poder que tiene el pueblo. Si hicieran una mejor repartición de las riquezas, de los recursos naturales que corresponden a todos; si se le asegurara un sueldo digno para que cubra sus necesidades. Pero aquello en sociedades divididas en clases es una quimera. La  milicia, al igual que en la Francia de Valjean, ahora con otros uniformes y más sofisticadas armas, está lista para defender la propiedad neoliberal y con ello la desigualdad y la injusticia. Ante ello el pueblo prepara las barricadas.

 (Antonio Ayoví Nazareno)


Bibliografia:

Aristóteles. Política. Gredos, Madrid, España, 1988.
Constant, Benjamín, Principio de política de 1829. Editorial Americale, Buenos Aires, 1943.
Hobbes, Thomas. Leviatan. Barcelona, España, Ediciones Altaya, 1997.
Kant, Inmanuel. "¿Qué es la ilustración?” en ¿Qué es la ilustración? Madrid, España, Editorial. Tecnos, 1993.
Locke, John. Segundo tratado del gobierno civil. Madrid, España, Alianza Editorial, 1994.
Macpherson, C. B. La teoría política del individualismo posesivo. Barcelona, España, Editorial Fontanella, 1979.
Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe. Editorial planeta-de agostini, Barcelona, España, 1995.
Rousseau, Jean J. El contrato social. México, Editorial Porrúa, 1992.
Rousseau, Jean J. El origen de la desigualdad de los hombres. Alianza editorial, Madrid, España, 1985.
Montesquieu, Barón de, Del Espíritu de las Leyes. Ediciones Sarpe, Madrid, España, 1984.
August, B. Los Miserables. Adaptación de la novela de Víctor Hugo, (1998)