lunes, 18 de noviembre de 2013

Análisis de película "1984"



Análisis contemporáneo de la modernidad
"1984"


            Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado” aparece esta frase al inicio de la película de (Radford, M. 1984) y que abarca todo el hilo conductor de la misma. Control es la palabra clave, control es la acción fundamental, la herramienta forzada de toda sociedad totalitaria. Un control orientado a limitar todos los derechos de los ciudadanos, a limitar su libertad y a intervenir lo más preciado de un hombre: su pensamiento. Y es precisamente cuando el hombre comienza a pensar por sí mismo cuando afloran las ideas de democracia, de libertad. Tocqueville (1984) dice que el ideal de los pueblos democráticos es que los hombres pueden ser perfectamente libres porque serán perfectamente iguales, y serán perfectamente iguales porque serán perfectamente libres. Pero no es libertad ni igualdad entre los hombres lo que buscan afianzar los regímenes totalitarios. Al contrario, miedo, alienación, división entre los grupos sociales, es lo que busca el poder para mantener su dominio, el control de todo el Estado con el apoyo de una masa ignorante y desinformada, a quien le hacen ver y creer que el otro, el proletario es el enemigo. Y que ellos los individuos del partido constituyen el grupo privilegiado y que guiados por sus líderes llegarán a la victoria, a constituirse en un Estado poderoso e invencible.

            Ese discurso responde a una estrategia económica de sometimiento de las clases. Al plantear que el proletario es el ser inferior, el enemigo, de meter esa idea en la cabeza de los miembros del partido INGSOC, no se está haciendo más que justificar el que ese ser marginal, ese “animal”, como denominan a los proletarios, son los llamados a realizar los trabajos más pesados para mantener a la sociedad, y además evitar cualquier posibilidad de una alianza de clases. Es decir hay un objetivo económico-productivo. Marx & Engels (1968) indican:

El modo cómo los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentran y que se trata de reproducir. Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de modo de vida de los mismos. (p. 220)

            Winston Smith empieza a pensar que quizá lo que hace está mal, que su labor como trabajador del Ministerio de la verdad quizá no debería ser falsear la verdad, y engañar al pueblo, de formar parte de ese masivo lavado de cerebros, al presentar constantemente en todos los medios de comunicación oral, escrita, publicidad y propaganda falsa disfrazada de verdad, sino presentar al pueblo la realidad tal cual es. Pensaba también que quizá los proletarios no eran el enemigo, sino los salvadores de esa sociedad en decadencia total. Es decir se había instalado en él una duda con relación a su proceder, a la obediencia absoluta. Arentdt (2009) manifiesta:

Si había salvación, tenía que radicar en el propio hombre, y si existía una solución a las cuestiones planteadas por la duda, tenía que proceder del dudar. Si todo se ha hecho dudoso, al menos la duda es cierta y real. Cualquiera que sea el estado de la realidad y de la verdad tal como se dan a los sentimientos y a la razón, “nadie puede dudar de su duda” (p. 306)

            Por eso cuando el discurso oficial de ese Gran hermano dice que “la guerra es paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es fuerza, la voluntad triunfa sobre el orgasmo, cuando se dice que las mujeres del partido deben hacer voto de castidad y prestar su vientre para realizarles inseminación artificial (Radford, M. 1984) se están estableciendo reglas para mantener el sometimiento, y si una sola persona se permite dudar de esas “verdades” pone en riesgo toda la estructura de ese poder absoluto, donde verdad y justicia no importan. Foucault (2003) indica: “la disciplina trata de regir la multiplicidad de los hombres en la medida en que esa multiplicidad puede y debe resolverse en cuerpos individuales que ha que vigilar, adiestrar, utilizar y, eventualmente castigar”. (p. 220) Y Winston sufrió de todo aquello. Pero sobre todo la falta de libertad que él tenía para decidir por sí mismo, y la falta de libertad que le negaba a toda una masa al tergiversarles la información, la verdad, y lo más importante, la libertad de sentimiento. Ahora bien aquí vale la pena hacernos una pregunta ¿Es la falta de libertad del pueblo lo que garantiza el dominio de un Estado totalitario? o ¿Es la libertad del pueblo lo que garantiza la permanencia de un Estado democrático? Para Tocqueville (1984) señala:

La libertad se ha manifestado entre los hombres en épocas diversas y bajo formas diferentes, no está ligada de manera exclusiva con un determinado estado social, ni se encuentra sólo en las democracias. Por tanto, no puede constituir el carácter distintivo de los tiempos democráticos. El hecho particular y predominante que os singulariza es la igualdad de condiciones sociales; la pasión principal que agita a los hombres en tales tiempos es la de esta igualdad. (p. 86)

            Claro que sería bueno distinguir esa libertad como manifestación existencial del hombre, de sentirse libre, de disponer de su albedrío, de la otra libertad, la que determina y limita el poder, al decirte qué debes hacer, cómo debes pensar, a quien debes amar, a quien debes odiar. El mismo Tocqueville (1984) refiriéndose al indio americano dice “El indio no se debía más que a sí mismo; sus virtudes, sus vicios, sus prejuicios, eran obra exclusiva suya, producto de la independencia salvaje de su naturaleza” (p. 44) Y esa independencia salvaje era lo que buscaba Winston, ese libre albedrío que se le era negado. El ir a la zona proletaria prohibida y tener sexo con aquella prostituta proletaria era su acto de rebeldía, el estar rompiendo una regla con esa mujer de otro estrato social, pero con alma, con vida, con su libertad. El “peligroso” acto de pensar de Winston venía de sus propias meditaciones, de sus cuestionamientos internos que no podía exteriorizar so pena ser declarado traidor y ser ejecutado por esa misma masa que él había ayudado a irracionalizarse, a impensarse a si misma. “La meditación consiste en el valor de convertir la verdad de nuestros propios principios y el espacio de nuestras propias metas en aquello que más precisa ser cuestionado (…) La pérdida de dioses es el estado de indecisión respecto a dios y los dioses” (Heidegger, 1998, p. 285) Y Winston iba por ese camino, al darse cuenta que el verdadero enemigo estaba dentro, no fuera. Que ese enemigo no eran los proles sino el propio partido que le había enseñado a odiar a un enemigo imaginario y a adorar con delirio al enemigo verdadero. La pérdida del dios, en este caso representado en el partido, en el gran líder conlleva también a pensar en la igualdad. La igualdad entre Winston y los proletarios, igualdad entre los del partido interior y los del partido exterior. Tocqueville (1984) afirma “El desarrollo gradual y progresivo de la igualdad de condiciones constituye, pues un hecho providencial, con sus principales características: es universal, es duradero, escapa siempre a la potestad humana y todos los acontecimientos…” (p. 28)

            En la película “1984” se refleja una sociedad que promueve el individualismo a su máxima expresión. El partido lo conforman individuos aislados, temerosos, con labores específicas. Todos esos individuos componen una masa, una fuerza ideológica para mantener al Estado, pero entre ellos no existe una conciencia política de clase para darse cuenta que esta masa constituida por el partido exterior, formaba parte de una clase también explotada como la de los proletarios. De ahí ese temor en que los demás llegaran a pensar como Winston Smith, de ahí que se fortalecieran el lavado de cerebro a través de la manipulación de la información, de la castración del lenguaje hasta en los textos de estudio. Al respecto Tocqueville (1984) afirma: “La democracia lleva a los hombres a no juntarse con sus semejantes, pero las revoluciones democráticas les inducen además a huir unos de otros, y perpetúan en el seno de la igualdad los odios que engendrara la desigualdad” (p. 91) El mismo Tocqueville (1984) ve en el derecho de asociación la base del desarrollo de las sociedades democráticas basadas en la propiedad, y cree que esta desencadenará como en Estados Unidos a acciones determinadas por el bien común. Sin embargo es poco crítico al momento de analizar que la base misma de la democracia que admira, se fundó también bajo los cimientos de la invasión, la fuerza, la violencia, el abuso y exterminio del pueblo indio. Por lo tanto la “libertad”, la “democracia” la “prosperidad” de la que gozan los norteamericanos y algunas potencias europeas fueron sembradas en un inmenso charco de dolor y sangre. Incluso algunos, para someter a indios y negros esclavos, tenían su cuarto 101. Cuando hice mi tesis de Licenciatura en Cuba sobre la “Evolución Histórica de los Negros en Ecuador” fue sorprendente el material bibliográfico respecto a las torturas aplicadas a los Negros cimarrones en todas las colonias con economía de plantación durante cientos de años. Y el maltrato y exterminio de los indios de las colonias hispanas en las mitas, los obrajes y los batanes.

            El odio está presente en toda la película, ese odio al proletario, ese odio a los traidores del partido, ese odio reflejado cuando los miembros del partido, reunidos en un salón, exteriorizan su rabia en el minuto del odio a los que creen amenazan su infeliz vida. Eso era una muestra que el irracionalismo, el adoctrinamiento, la estrategia comunicacional, estaba cosechando sus frutos en ese incondicional y criminal respaldo de ese descerebrado pueblo. Esa rabia, esa violencia garantizaba más adeptos, más soldados para la guerra. ¿Esa masa era consciente de su rol histórico? ¿Tenía conciencia de clase?  Marx & Engels (1998) dicen:

No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia. (p. 224)

Pero a esa masa no solo se le impedía tener conciencia, lenguaje, tampoco se le permitía tener acceso a su historia, por eso el trabajo de Winston de alterarla. Y al alterar la historia presentándola como una representación del presente inmediato, al maquillarla y negarla como análisis del pasado que nos permite comparar el presente real, nos negamos a nosotros mismos. Un pueblo sin historia es un pueblo sin valores, sin cultura, un potro domado y dirigido al antojo de los gobernantes. Heidegger (1998) señala:

La historia sólo puede tornarse objetiva si es pasada. Aquello que es constante en el pasado, aquello que permite que la explicación histórica reúna lo único y lo múltiple, es aquello que siempre ha sido ya, lo comparable. En la permanente comparación de todo con todo, se puede hacer el cálculo de lo comprensible y confirmarlo y consolidarlo como rasgo fundamental de la historia (…) Es precisamente porque la ciencia histórica, en tanto que investigación, proyecta y objetiva el pasado en el sentido de un conjunto de efectos explicables y visible por lo que exige como instrumento de objetivación la crítica de las fuentes. En la medida en que la ciencia histórica se aproxima al periodismo, también dicha crítica cambia de criterios (p. 292)

            Se muestra una sociedad enajenada hasta la médula, una sociedad marcial que pretende ser liberal pero encerrada en una farsa moral, ética. Alienación que implanta su germen en lo más valioso de la sociedad como son los niños. Un niño, cuando Winston va a ayudar a una mujer miembro del partido, lo ve a la cara y le dice “Usted es un criminal mental”. La madre pide excusas diciendo que es así porque no sale mucho. Es decir, el niño es retraído porque no tiene vida social. Ese niño había sido instruido y adiestrado por los medios para detectar una actitud distinta a los patrones del partido. Un gesto amoroso, una mirada tierna, no eran cualidades de los hermanos del partido. Todo era formal, limitado. Y el niño sin necesidad de salir, solo con sus textos de estudio, la televisión, la radio, descubrió antes que O´Brien que Winston pensaba distinto al partido. Ese niño lo que menos tenía era de retraído. Ese niño era el modelo de niño-hombre que representaba esa loca sociedad. Totalmente contrario al niño Winston que años atrás robara por hambre la barra de chocolate de manos de su hermana enferma. El niño del partido representa una clase privilegiada con comodidades, limpiecito con ropas ordenadas. El niño de años atrás, que sigue viviendo en la mente de Winston Smith, era un niño pobre, desaliñado, y muerto de hambre. Y ese niño nunca lo abandonó, al contrario, era quien lo mantenía atado a su verdadera clase, porque ahora ya hombre, continuaba siendo en su mente y su corazón un proletario más. “Somos los niños constructores del futuro y como niños a vos os juramos leal devoción, osada devoción y una muerte con dignidad” (Radford, M. 1984) le cantaban marcialmente los niños del partido a su líder invisible con plena convicción de vencer al “enemigo”, con pleno conocimiento de su “deber” con la certeza que el líder y el partido los llevaban por el rumbo correcto, el rumbo de la guerra, de la violencia, de la maldad.

            Difícil es abstraer de mi mente algunas imágenes de mi estadía en Cuba en mis estudios universitarios, que coincidieron con hechos históricos como: La caída del muro de Berlín, el desmoronamiento del campo socialista, la primera guerra de Estados Unidos contra Irak, la invasión a Panamá, la liberación de Nelson Mandela, entre otros. Recuerdo las enormes concentraciones en la plaza de la Revolución. No olvidaré de mi mente muchas imágenes de Cuba, pero sobre todo una, cuando el Comandante Fidel Castro declaraba que los enemigos de la revolución estaban equivocados si creían que Cuba no iba a poder resistir sin la ayuda del campo socialista a través del mercado común el (CAME) y sucumbiría de hambre, y proclamaba el periodo especial en tiempos de paz, y dijo que todo el mundo se dedicaría a sembrar todo lo que antes les llegaba en latas. Miles de niños uniformados gritaban “Patria o muerte, Venceremos” “Comandante, hasta la victoria siempre” y a mi la piel se me erizaba extasiado de un orgullo “ajeno”. En ese momento difícil, me sentí un cubano más, sentimiento que, después de tantos años, no me ha abandonado. Alguien podría decir que igual es un culto a la personalidad, que igual puede existir manipulación, pero yo refutaría con el siguiente argumento. En 1984 hay toda una maquinaria para ocultar la verdad, para desinformar al pueblo, para inyectar el odio a sus propios hermanos, para fomentar la guerra. En la experiencia que me tocó vivir es distinto porque la verdad era objetiva, no inventada. El campo socialista se desmoronaba como piezas de dominó. Ya no llegarían los pimientos enlatados, los tomates, enlatados y todos aquellos productos que Cuba trocaba por azúcar, es más esos mercados con sus crisis ni siquiera podrían comprar los volúmenes de azúcar que acostumbraba, etc. ¿Cuál era la salida? Racionamiento, y mayor trabajo agrícola para sembrar aquellos productos que antes no se sembraban. En seis meses hasta los cerros pedregosos ya estaban sembrados. En colegios y Universidades un día de cada semana no se iba a clases, sino a sembrar en las áreas vírgenes. Si no me equivoco, durante aquel período, a mi curso nos tocaba sembrar los miércoles. Y que rico se sentía cuando en el casino universitario de la Residencia Estudiantil comíamos ensaladas y guisos sembrados y cosechados por nuestras propias manos. Y todo eso no se logró con miedo, con terror, con odio, sino más bien con amor, con la concientización del partido y del Gobierno respecto al trabajo comunitario de todos incluyendo los más de 50.000 estudiantes extranjeros becados que estábamos en Cuba. En ningún momento se nos dijo, se tienen que volver a sus países para resolver en parte el tema abastecimientos Y eso solo se logra con un líder verdadero, un pueblo solidario y sobre todo que dicha concientización venía sembrada en la mente del pueblo desde cuando el Ché implementó en la isla el trabajo voluntario. En el caso presentado hay una causa, una estrategia comunicacional, un efecto, pero en base a la conciencia del pueblo, al análisis del problema, en “1984” se oculta, se engaña, se miente para que el pueblo no piense. Se logra una admiración exacerbada a un líder imaginario. Arendt (1993) dice.
           
…Ninguna naturaleza común de los hombres, y menos aun el no natural conformismo de una sociedad de masas, puede evitar la destrucción del mundo común, precedida por lo general de la destrucción de los muchos aspectos en que se presenta a la pluralidad humana. Esto puede ocurrir bajo condiciones de radical aislamiento, donde nadie está de acuerdo con nadie, como suele darse en las tiranías, pero también puede suceder bajo condiciones de la sociedad de masas o de histeria colectiva, donde las personas se comportan como si fueran miembros de una familia, cada una multiplicando y prolongando la perspectiva de su vecino (p. 67)

            Winston era solidario, pero no podía gritarlo a los cuatro vientos, la solidaridad no era permitida, solamente la obediencia al partido y las directrices. Tampoco era permitida ninguna felicidad adicional, tan solo la felicidad por la lealtad al líder, cualquier otro atisbo de felicidad atentaba contra el sistema. No se podía tener placeres, menos los del cuerpo. Como dijimos anteriormente, la castidad era premiada, los orgasmos eran dañinos para el cuerpo y para la mente. Era sucio, inmoral el sexo y quienes osaban incumplir esta restricción eran acusados de sexocrimen. La única familia es el partido, por lo tanto la felicidad se la deben a él, los orgasmos le pertenecen a él. Pero Winston ama a Julia, y la ama precisamente porque creía que ella representaba totalmente lo contrario al ideal de mujer que el partido pregona. Cuando le pregunta si había tenido sexo con otros hombres y ella le responde que con cientos, Winston le dice que odia la pureza, la bondad, que adora a los corruptos, confesión que no era más que un grito de rebeldía. Y ella le responde que era perfecta para él. (Radford, M. 1984) Y a partir de ahí ellos tuvieron repetidas citas, repetidos orgasmos que liberó sus pensamientos y los ponía al filo de la navaja, pues sabido era para ellos que la violación de la regla de castidad se pagaba con dolor y con muerte. ¿Y las revoluciones en sí mismo, no están revestidas de la posibilidad del dolor, de la muerte? ¿Que hay más de noble que morir por tener aunque sea un minuto de libertad? ¿Era una medida ridícula la de prohibir el sexo? Foucault (2003) indica:

Creo que la sexualidad fue importante por muchas  razones, pero en particular por las siguientes: por un lado, como conducta precisamente corporal, la sexualidad está en la órbita de un control disciplinario, individualizador, en forma de vigilancia permanente (y, por ejemplo, los famosos controles de la masturbación que se ejercieron sobre los niños desde fines del siglo XVlll hasta el siglo XX, y esto en el medio familiar, escolar, etcétera, representa exactamente ese aspecto de control disciplinario de la sexualidad); (…) La sexualidad está exactamente en la encrucijada del cuerpo y la población. Compete, por tanto, a la disciplina pero también a las regulaciones. (p. 227)

Y al parece estos encuentros fortuitos con Julia cada vez liberaba más pensamientos de Winston, aflorando en él ese deseo de libertad. Quizá motivado por los orgasmos, por el placer del cuerpo o tal vez por sentir que no estaba solo en su disidencia mental. En esos encuentros con Julia se da cuenta que en el partido interior existen privilegios, pues los racionamientos del chocolate, del café, de las hojas de afeitar, solo eran para los del partido exterior, lo otros, esa burocracia política que manejaba los estamentos estratégicos del Estado, tenían muchos privilegios. Julia con algunos contactos llegaba con mercancías. Ahí se da cuenta que la verdad que él disfraza para los demás, los del partido interior se la disfrazaban también a ellos, los “hermanos” del partido exterior. “Existe la verdad y lo que no es verdad. La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro. Si se concede esto le seguirá todo lo demás” analiza Winston (Radford, M. 1984) y lo escribe en su diario paralelo a las mentiras que le obligaban publicar. Pero para la publicidad y la información oficial dos más dos no eran cuatro y el pueblo así lo aceptaba, porque así lo decía el partido, el líder. La intervención al pensamiento de las personas iba más allá de la manipulación del lenguaje, sino también alcanzaba a las ciencias exactas, como la física y las matemáticas. El mundo moderno a los pies de prácticas oscurantistas, feudales, yendo contra el sentido común, racional. Respecto a este tema Arendt (1993) sostiene:

…El hecho de que planteado el problema de saber qué suman dos más dos, las respuesta de todos sea la misma, cuatro, en adelante se convierte en el modelo de razonamiento del sentido común (…) Dicho reemplazo permite a la ciencia moderna cumplir su tarea de producir los fenómenos y objetos que desea observar. Y se da por supuesto que ni Dios ni un espíritu maligno pueden cambiar de que dos más dos sean cuatro. (p. 310-311)

            Si algunos presidentes de nuestros países aplicaran el sentido común en situaciones políticas quizá no hubieran tenido desenlaces que no se esperaban. Recuerdo el caso de Abdalá Bucaram, un ex presidente nuestro años atrás, que para salir de la crisis económica en la que tenía sumido a Ecuador en su breve periodo presidencial, y cumplir con los pagos a la banca mundial y sus compromisos con el FMI, no encontró mejor solución que subir el precio del cilindro de gas de 11 kilos, de tres mil y tantos sucres a veinte mil sucres. Una brutalidad económico-social dijeron unos, falta de criterio político porque afectaría a los más pobres. El sentido común indica que en Ecuador, país petrolero, hay dos productos que el pueblo defiende con los dientes: El precio del pan y el precio del gas. Bueno, la falta de sentido común lo obligó a salir huyendo por la puerta trasera del palacio presidencial antes que dos millones de enfurecidos proletarios que desfilaban hacia el Palacio Presidencial lo arrastrara por las calles de Quito. Tuvo que exiliarse en Panamá hasta el día de hoy. El año pasado viajé de vacaciones a mi país después de muchos años. Cuando fui comprar, me llamó la atención lo demasiado barato del precio del gas, del pan y de los alimentos en general, de los pasajes de la locomoción colectiva, etc. Rafael Correa está gobernando con sentido común, no con el “criterio” económico de algunos antecesores, que también huyeron por la puerta trasera.

            Cuando Julia le pregunta si no tiene miedo que la policía del crimental o del sexocrimen los atrape, Winston le responde que lo importante no es que los atrapen sino que no se traicionen. Porque si logran hacer que se traicionen podrían dejar que deje de amarla y esa sí sería una verdadera traición. Para Winston la traición era no sentir, no pensar, no cuestionar la guerra, una guerra embustera de enemigos del pueblo, que no eran más que los mismos políticos del partido que la inventaban. “En principio, la guerra siempre se planea para mantener la sociedad al borde de la hambruna. El grupo dirigente hace la guerra contra sus propios súbditos. Y su objetivo no es ganarle a Euroasia o Asia Oriental, sino mantener intacta la estructura misma de la sociedad”  apunta Winston (Radford, M. 1984). Habermas (1994) al referirse a un ideal platónico de sociedad, agrega:

…Una sociedad civil organizada según este ideal “es la exposición del mismo según las leyes de libertad mediante un ejemplo en la experiencia (res pública fenomenon), y solo puede ser laboriosamente conseguida luego de múltiples guerras y hostilidades; más su constitución, una vez conquistada en gran escala se califica como la mejor de todas” (…) El dominio de las leyes es garantizado mediante la notoriedad pública, esto es, mediante una publicidad cuya capacidad de funcionamiento posibilita lavase natural de la situación de derecho o de justicia. (p. 208)

            Y Foucault (2003) dice que la guerra no solo se la hace a los adversarios, sino que se expone a los propios ciudadanos a que se maten por millones utilizando la estrategia del racismo, de la inferioridad del otro. Los soldados que invaden países actualmente como Estados Unidos y sus aliados usan mucho este concepto.

            Aunque a veces criticaba la pasividad de los proletarios ante el trato del resto de la sociedad Winston, igual tenía fe en que en algún momento éstos iban a pensar y a rebelarse igual que él. Y lo notó en la felicidad de aquella mujer proletaria pero libre, lavando ropa y cantando aquella melodía. Libre porque no tenía culpas que reprocharse, delitos de los cuales arrepentirse. “El futuro es de ella, nosotros somos los muertos” -dice Winston- “Nosotros somos los muertos” reafirma la traidora Julia. Y efectivamente era el presagio de lo fatal. En ese régimen totalitario, el pensamiento es mucho más peligroso que la acción, y revierte mayor peligro el pensamiento contrario del que pertenece a tu “grupo”, el de tu “hermano”, que el de afuera. Porque ese “hermano” conoce muy bien tus debilidades. Por eso existe la policía del crimental, cuya misión era anticiparse a los hechos, adivinando algún pensamiento fuera de las normas establecidas, para poderlo neutralizar. Me imagino a organismos secretos que se crearon en la época de la dictadura aquí en Chile y que asesinaron a altos Generales por tener ideas distintas al régimen militar de Pinochet. Me imagino los grupos que se crearon en la Unión Soviética en época de Stalin  para realizar las “purgas” políticas, o los Estados Unidos con su “democracia ejemplar” expertos en sabotear e intervenir teléfonos y sistemas electrónicos para espiar a sus rivales políticos y también a sus aliados, lo que al Presidente Nixon le costó el poder. Weber (1977) manifiesta: “Pues todo partido es una organización que lucha específicamente por el dominio, y por consiguiente, tiene la tendencia -a veces oculta- a organizarse expresamente de acuerdo con las formas de dominación” (p.318). Las paredes miran, el aire escucha, el miedo habla, y así lo entendieron Winston y también su amigo Parsons, que le confiesa que era agente encubierto y que ni el mismo lo sabía, que se habían apoderado de él por sorpresa y que su propia hija adoctrinada a las reglas del partido lo había entregado, y que se sentía orgulloso de ella. (Radford, M. 1984)
           
            Y es aquí donde O´Brien entra a cumplir su trabajo con despiadada eficacia. El trabajo de purgar en aquel cuerpo, aquella mente torcida, el peor de los crímenes, el crimental. Y para ellos, para cumplir la norma y dar el “ejemplo”, más cruel que los mismos ahorcamientos con la purga del dolor en su máxima expresión: tortura física y sicológica, para infundir temor y escarmiento en los demás. Métodos sanguinarios que en todos los sistemas se ha cometido y se siguen cometiendo. Ahí tenemos las torturas en la Base Naval de USA en Guantánamo contra los acusados de terrorismo. ¿Cuántos gritos de dolor saldrán de esas calurosas celdas?

…La razón de esta imposibilidad radica en que solo el dolor es independiente por completo de cualquier objeto, que solo quien padece dolor se siente a sí mismo de manera exclusiva; no se disfruta al placer, sino algo fuera de él. El dolor es el único sentido interno encontrado por la introspección que puede rivalizar independientemente de los objetos experimentados con la evidente certeza del razonamiento lógico y matemático. (Arendt, 1993, p. 334)

Y era precisamente lo que O´Brien quería extirpar de la mente de Winston, ese razonamiento lógico que perturbaba al poder absoluto, ese pensamiento lógico que es una ventana para que el hombre llegue a la verdad. Y le dice el torturador que no destruirán al hereje hasta convertirlo en uno de ellos, hasta que sienta pena y amor por el Gran Hermano, que le extirparán la existencia hasta evaporarlo de la historia, que quedará aniquilado tanto en el pasado como en el futuro. (Radford, M. 1984). Es decir quebrar completamente al sujeto, y dejarlo sin pensamiento, sin voz, solo como un ventrílocuo resignado, tal como estaban los del partido y la masa. O´Brien representa ese poder absoluto que tiene la misión de mantener todo en orden. Está en la escala superior dentro del partido interior, solo por debajo del líder. Algo así como un ministro del interior. (Me vino a la mente un ex ministro de esa cartera). O´Brien representa la mano derecha de es poder. “No hay lealtad, excepto al partido. “No hay amor sino hacia el Gran Hermano. Destruiremos todos los placeres que desvíen esa meta” (Radford, M. 1984) asegura mientras tortura a su víctima. Foucault (2003) afirma:

El poder funciona. El poder se ejerce en red y, en ella, los individuos no solo circulan, sino que están siempre en situación de sufrirlo y también de ejercerlo. Nunca son el blanco inerte o consintiente del poder, siempre son sus relevos. En otras palabras el poder transita por los individuos, no se aplica a ellos. Así pues, creo que no hay que concebir al individuo como una especie de núcleo elemental, átomo primitivo, materia múltiple e inerte sobre la que  se aplica y contra la que golpea el poder, que somete a los individuos o los quiebra (p. 38).

            Dos más dos son cinco acepta un quebrantado Winston, después de confesar que odiaba al Gran Hermano y todo lo que representaba y pedir que torturen a Julia que era la verdadera traidora. Al final triunfa el torturador al arrancar una mentira vestida de verdad, y triunfa el torturado al mantenerse aun con vida para seguir amando a su bella traidora.
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En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”  
(George Orwell)

 Autor: Antonio Ayoví Nazareno 


Bibliografía:




-Arendt, Hannah. La condición humana. Paidós, Barcelona, España, 1993.

-Foucault, Michel. Defender la sociedad. Buenos Aires, Argentina, FCE, 2003.

-Habermas, Jürgen. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona, España, Ediciones G. Gili, 1994.

-Heidegger, Martín. “La época de la imagen del mundo” en Caminos de bosque. Madrid, España,

-Marx, K; Engels, F. La ideología alemana. Montevideo, Uruguay, Ediciones Pueblos Unidos,
1968.

-Tocqueville, Alexis de. La democracia en América. Edición Sarpe, Madrid, España, 1984.

-Weber, Max. Economía y sociedad. Colombia, Fondo de Cultura Económica, 1997.

-George Orwell  (1903-1950) Periodista, ensayista, crítico y
novelistahttp://www.revistaelobservador.com/index.php/opinion/la-foto-del-lunes/6683-ique-es-periodismo-periodismo-es-publicar-lo-que-alguien-no-quiere-que-publiques-todo-lo-demas-son-relaciones-publicas.html
-Radford, M. 1984. Adaptación cinematográfica de la obra literaria de George Orwell “1984”
 

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