Análisis contemporáneo de la modernidad
"1984"
“Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente
controla el pasado” aparece esta frase al inicio de la película de (Radford, M.
1984) y que abarca todo el hilo conductor de la misma. Control es la palabra
clave, control es la acción fundamental, la herramienta forzada de toda
sociedad totalitaria. Un control orientado a limitar todos los derechos de los
ciudadanos, a limitar su libertad y a intervenir lo más preciado de un hombre:
su pensamiento. Y es precisamente cuando el hombre comienza a pensar por sí
mismo cuando afloran las ideas de democracia, de libertad. Tocqueville (1984)
dice que el ideal de los pueblos democráticos es que los hombres pueden ser
perfectamente libres porque serán perfectamente iguales, y serán perfectamente
iguales porque serán perfectamente libres. Pero no es libertad ni igualdad
entre los hombres lo que buscan afianzar los regímenes totalitarios. Al
contrario, miedo, alienación, división entre los grupos sociales, es lo que
busca el poder para mantener su dominio, el control de todo el Estado con el
apoyo de una masa ignorante y desinformada, a quien le hacen ver y creer que el
otro, el proletario es el enemigo. Y que ellos los individuos del partido
constituyen el grupo privilegiado y que guiados por sus líderes llegarán a la
victoria, a constituirse en un Estado poderoso e invencible.
Ese discurso responde a una
estrategia económica de sometimiento de las clases. Al plantear que el
proletario es el ser inferior, el enemigo, de meter esa idea en la cabeza de
los miembros del partido INGSOC, no se está haciendo más que justificar el que
ese ser marginal, ese “animal”, como denominan a los proletarios, son los
llamados a realizar los trabajos más pesados para mantener a la sociedad, y
además evitar cualquier posibilidad de una alianza de clases. Es decir hay un
objetivo económico-productivo. Marx & Engels (1968) indican:
El modo cómo los hombres producen sus medios de vida
depende, ante todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se
encuentran y que se trata de reproducir. Este modo de producción no debe
considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la existencia física de
los individuos. Es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de estos
individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de modo de vida de los mismos. (p. 220)
Winston Smith empieza a pensar que
quizá lo que hace está mal, que su labor como trabajador del Ministerio de la
verdad quizá no debería ser falsear la verdad, y engañar al pueblo, de formar
parte de ese masivo lavado de cerebros, al presentar constantemente en todos
los medios de comunicación oral, escrita, publicidad y propaganda falsa
disfrazada de verdad, sino presentar al pueblo la realidad tal cual es. Pensaba
también que quizá los proletarios no eran el enemigo, sino los salvadores de
esa sociedad en decadencia total. Es decir se había instalado en él una duda
con relación a su proceder, a la obediencia absoluta. Arentdt (2009)
manifiesta:
Si había salvación, tenía que radicar en el propio
hombre, y si existía una solución a las cuestiones planteadas por la duda,
tenía que proceder del dudar. Si todo se ha hecho dudoso, al menos la duda es
cierta y real. Cualquiera que sea el estado de la realidad y de la verdad tal
como se dan a los sentimientos y a la razón, “nadie puede dudar de su duda” (p.
306)
Por eso cuando el discurso oficial
de ese Gran hermano dice que “la guerra es paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia
es fuerza, la voluntad triunfa sobre el orgasmo, cuando se dice que las mujeres
del partido deben hacer voto de castidad y prestar su vientre para realizarles
inseminación artificial (Radford, M. 1984) se están estableciendo reglas para
mantener el sometimiento, y si una sola persona se permite dudar de esas
“verdades” pone en riesgo toda la estructura de ese poder absoluto, donde
verdad y justicia no importan. Foucault (2003) indica: “la disciplina trata de
regir la multiplicidad de los hombres en la medida en que esa multiplicidad
puede y debe resolverse en cuerpos individuales que ha que vigilar, adiestrar,
utilizar y, eventualmente castigar”. (p. 220) Y Winston sufrió de todo aquello.
Pero sobre todo la falta de libertad que él tenía para decidir por sí mismo, y
la falta de libertad que le negaba a toda una masa al tergiversarles la
información, la verdad, y lo más importante, la libertad de sentimiento. Ahora
bien aquí vale la pena hacernos una pregunta ¿Es la falta de libertad del
pueblo lo que garantiza el dominio de un Estado totalitario? o ¿Es la libertad
del pueblo lo que garantiza la permanencia de un Estado democrático? Para
Tocqueville (1984) señala:
La libertad se ha manifestado entre los hombres en
épocas diversas y bajo formas diferentes, no está ligada de manera exclusiva
con un determinado estado social, ni se encuentra sólo en las democracias. Por
tanto, no puede constituir el carácter distintivo de los tiempos democráticos.
El hecho particular y predominante que os singulariza es la igualdad de
condiciones sociales; la pasión principal que agita a los hombres en tales
tiempos es la de esta igualdad. (p. 86)
Claro que sería bueno distinguir esa
libertad como manifestación existencial del hombre, de sentirse libre, de
disponer de su albedrío, de la otra libertad, la que determina y limita el
poder, al decirte qué debes hacer, cómo debes pensar, a quien debes amar, a
quien debes odiar. El mismo Tocqueville (1984) refiriéndose al indio americano
dice “El indio no se debía más que a sí mismo; sus virtudes, sus vicios, sus
prejuicios, eran obra exclusiva suya, producto de la independencia salvaje de
su naturaleza” (p. 44) Y esa independencia salvaje era lo que buscaba Winston,
ese libre albedrío que se le era negado. El ir a la zona proletaria prohibida y
tener sexo con aquella prostituta proletaria era su acto de rebeldía, el estar
rompiendo una regla con esa mujer de otro estrato social, pero con alma, con
vida, con su libertad. El “peligroso” acto de pensar de Winston venía de sus propias
meditaciones, de sus cuestionamientos internos que no podía exteriorizar so
pena ser declarado traidor y ser ejecutado por esa misma masa que él había
ayudado a irracionalizarse, a impensarse a si misma. “La meditación consiste en
el valor de convertir la verdad de nuestros propios principios y el espacio de
nuestras propias metas en aquello que más precisa ser cuestionado (…) La
pérdida de dioses es el estado de indecisión respecto a dios y los dioses”
(Heidegger, 1998, p. 285) Y Winston iba por ese camino, al darse cuenta que el
verdadero enemigo estaba dentro, no fuera. Que ese enemigo no eran los proles
sino el propio partido que le había enseñado a odiar a un enemigo imaginario y
a adorar con delirio al enemigo verdadero. La pérdida del dios, en este caso
representado en el partido, en el gran líder conlleva también a pensar en la
igualdad. La igualdad entre Winston y los proletarios, igualdad entre los del
partido interior y los del partido exterior. Tocqueville (1984) afirma “El
desarrollo gradual y progresivo de la igualdad de condiciones constituye, pues
un hecho providencial, con sus principales características: es universal, es
duradero, escapa siempre a la potestad humana y todos los acontecimientos…” (p.
28)
En la película “1984” se refleja una
sociedad que promueve el individualismo a su máxima expresión. El partido lo
conforman individuos aislados, temerosos, con labores específicas. Todos esos
individuos componen una masa, una fuerza ideológica para mantener al Estado,
pero entre ellos no existe una conciencia política de clase para darse cuenta
que esta masa constituida por el partido exterior, formaba parte de una clase
también explotada como la de los proletarios. De ahí ese temor en que los demás
llegaran a pensar como Winston Smith, de ahí que se fortalecieran el lavado de
cerebro a través de la manipulación de la información, de la castración del
lenguaje hasta en los textos de estudio. Al respecto Tocqueville (1984) afirma:
“La democracia lleva a los hombres a no juntarse con sus semejantes, pero las
revoluciones democráticas les inducen además a huir unos de otros, y perpetúan
en el seno de la igualdad los odios que engendrara la desigualdad” (p. 91) El
mismo Tocqueville (1984) ve en el derecho de asociación la base del desarrollo de
las sociedades democráticas basadas en la propiedad, y cree que esta
desencadenará como en Estados Unidos a acciones determinadas por el bien común.
Sin embargo es poco crítico al momento de analizar que la base misma de la
democracia que admira, se fundó también bajo los cimientos de la invasión, la
fuerza, la violencia, el abuso y exterminio del pueblo indio. Por lo tanto la
“libertad”, la “democracia” la “prosperidad” de la que gozan los
norteamericanos y algunas potencias europeas fueron sembradas en un inmenso
charco de dolor y sangre. Incluso algunos, para someter a indios y negros
esclavos, tenían su cuarto 101. Cuando hice mi tesis de Licenciatura en Cuba
sobre la “Evolución Histórica de los Negros en Ecuador” fue sorprendente el
material bibliográfico respecto a las torturas aplicadas a los Negros
cimarrones en todas las colonias con economía de plantación durante cientos de
años. Y el maltrato y exterminio de los indios de las colonias hispanas en las
mitas, los obrajes y los batanes.
El odio está presente en toda la
película, ese odio al proletario, ese odio a los traidores del partido, ese
odio reflejado cuando los miembros del partido, reunidos en un salón,
exteriorizan su rabia en el minuto del odio a los que creen amenazan su infeliz
vida. Eso era una muestra que el irracionalismo, el adoctrinamiento, la
estrategia comunicacional, estaba cosechando sus frutos en ese incondicional y
criminal respaldo de ese descerebrado pueblo. Esa rabia, esa violencia
garantizaba más adeptos, más soldados para la guerra. ¿Esa masa era consciente
de su rol histórico? ¿Tenía conciencia de clase? Marx & Engels (1998) dicen:
No es la conciencia la que determina la vida, sino la
vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte
de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista,
que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real
viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia. (p. 224)
Pero a esa masa no
solo se le impedía tener conciencia, lenguaje, tampoco se le permitía tener
acceso a su historia, por eso el trabajo de Winston de alterarla. Y al alterar
la historia presentándola como una representación del presente inmediato, al
maquillarla y negarla como análisis del pasado que nos permite comparar el
presente real, nos negamos a nosotros mismos. Un pueblo sin historia es un
pueblo sin valores, sin cultura, un potro domado y dirigido al antojo de los
gobernantes. Heidegger (1998) señala:
La historia sólo puede tornarse objetiva si es
pasada. Aquello que es constante en el pasado, aquello que permite que la
explicación histórica reúna lo único y lo múltiple, es aquello que siempre ha
sido ya, lo comparable. En la permanente comparación de todo con todo, se puede
hacer el cálculo de lo comprensible y confirmarlo y consolidarlo como rasgo
fundamental de la historia (…) Es precisamente porque la ciencia histórica, en
tanto que investigación, proyecta y objetiva el pasado en el sentido de un
conjunto de efectos explicables y visible por lo que exige como instrumento de
objetivación la crítica de las fuentes. En la medida en que la ciencia
histórica se aproxima al periodismo, también dicha crítica cambia de criterios
(p. 292)
Se muestra una sociedad enajenada hasta la médula, una sociedad marcial
que pretende ser liberal pero encerrada en una farsa moral, ética. Alienación
que implanta su germen en lo más valioso de la sociedad como son los niños. Un
niño, cuando Winston va a ayudar a una mujer miembro del partido, lo ve a la
cara y le dice “Usted es un criminal mental”. La madre pide excusas diciendo
que es así porque no sale mucho. Es decir, el niño es retraído porque no tiene
vida social. Ese niño había sido instruido y adiestrado por los medios para
detectar una actitud distinta a los patrones del partido. Un gesto amoroso, una
mirada tierna, no eran cualidades de los hermanos del partido. Todo era formal,
limitado. Y el niño sin necesidad de salir, solo con sus textos de estudio, la
televisión, la radio, descubrió antes que O´Brien que Winston pensaba distinto
al partido. Ese niño lo que menos tenía era de retraído. Ese niño era el modelo
de niño-hombre que representaba esa loca sociedad. Totalmente contrario al niño
Winston que años atrás robara por hambre la barra de chocolate de manos de su
hermana enferma. El niño del partido representa una clase privilegiada con
comodidades, limpiecito con ropas ordenadas. El niño de años atrás, que sigue
viviendo en la mente de Winston Smith, era un niño pobre, desaliñado, y muerto
de hambre. Y ese niño nunca lo abandonó, al contrario, era quien lo mantenía
atado a su verdadera clase, porque ahora ya hombre, continuaba siendo en su
mente y su corazón un proletario más. “Somos los niños constructores del futuro
y como niños a vos os juramos leal devoción, osada devoción y una muerte con
dignidad” (Radford, M. 1984) le cantaban marcialmente los niños del partido a
su líder invisible con plena convicción de vencer al “enemigo”, con pleno
conocimiento de su “deber” con la certeza que el líder y el partido los
llevaban por el rumbo correcto, el rumbo de la guerra, de la violencia, de la
maldad.
Difícil es abstraer de mi mente
algunas imágenes de mi estadía en Cuba en mis estudios universitarios, que
coincidieron con hechos históricos como: La caída del muro de Berlín, el
desmoronamiento del campo socialista, la primera guerra de Estados Unidos
contra Irak, la invasión a Panamá, la liberación de Nelson Mandela, entre
otros. Recuerdo las enormes concentraciones en la plaza de la Revolución. No
olvidaré de mi mente muchas imágenes de Cuba, pero sobre todo una, cuando el
Comandante Fidel Castro declaraba que los enemigos de la revolución estaban
equivocados si creían que Cuba no iba a poder resistir sin la ayuda del campo
socialista a través del mercado común el (CAME) y sucumbiría de hambre, y
proclamaba el periodo especial en tiempos de paz, y dijo que todo el mundo se
dedicaría a sembrar todo lo que antes les llegaba en latas. Miles de niños
uniformados gritaban “Patria o muerte, Venceremos” “Comandante, hasta la
victoria siempre” y a mi la piel se me erizaba extasiado de un orgullo “ajeno”.
En ese momento difícil, me sentí un cubano más, sentimiento que, después de
tantos años, no me ha abandonado. Alguien podría decir que igual es un culto a
la personalidad, que igual puede existir manipulación, pero yo refutaría con el
siguiente argumento. En 1984 hay toda una maquinaria para ocultar la verdad,
para desinformar al pueblo, para inyectar el odio a sus propios hermanos, para
fomentar la guerra. En la experiencia que me tocó vivir es distinto porque la
verdad era objetiva, no inventada. El campo socialista se desmoronaba como
piezas de dominó. Ya no llegarían los pimientos enlatados, los tomates,
enlatados y todos aquellos productos que Cuba trocaba por azúcar, es más esos
mercados con sus crisis ni siquiera podrían comprar los volúmenes de azúcar que
acostumbraba, etc. ¿Cuál era la salida? Racionamiento, y mayor trabajo agrícola
para sembrar aquellos productos que antes no se sembraban. En seis meses hasta
los cerros pedregosos ya estaban sembrados. En colegios y Universidades un día
de cada semana no se iba a clases, sino a sembrar en las áreas vírgenes. Si no
me equivoco, durante aquel período, a mi curso nos tocaba sembrar los
miércoles. Y que rico se sentía cuando en el casino universitario de la
Residencia Estudiantil comíamos ensaladas y guisos sembrados y cosechados por
nuestras propias manos. Y todo eso no se logró con miedo, con terror, con odio,
sino más bien con amor, con la concientización del partido y del Gobierno
respecto al trabajo comunitario de todos incluyendo los más de 50.000
estudiantes extranjeros becados que estábamos en Cuba. En ningún momento se nos
dijo, se tienen que volver a sus países para resolver en parte el tema abastecimientos
Y eso solo se logra con un líder verdadero, un pueblo solidario y sobre todo
que dicha concientización venía sembrada en la mente del pueblo desde cuando el
Ché implementó en la isla el trabajo voluntario. En el caso presentado hay una
causa, una estrategia comunicacional, un efecto, pero en base a la conciencia
del pueblo, al análisis del problema, en “1984” se oculta, se engaña, se miente
para que el pueblo no piense. Se logra una admiración exacerbada a un líder
imaginario. Arendt (1993) dice.
…Ninguna naturaleza común de los hombres, y
menos aun el no natural conformismo de una sociedad de masas, puede evitar la
destrucción del mundo común, precedida por lo general de la destrucción de los
muchos aspectos en que se presenta a la pluralidad humana. Esto puede ocurrir
bajo condiciones de radical aislamiento, donde nadie está de acuerdo con nadie,
como suele darse en las tiranías, pero también puede suceder bajo condiciones
de la sociedad de masas o de histeria colectiva, donde las personas se
comportan como si fueran miembros de una familia, cada una multiplicando y
prolongando la perspectiva de su vecino (p. 67)
Winston era solidario, pero no podía
gritarlo a los cuatro vientos, la solidaridad no era permitida, solamente la
obediencia al partido y las directrices. Tampoco era permitida ninguna
felicidad adicional, tan solo la felicidad por la lealtad al líder, cualquier
otro atisbo de felicidad atentaba contra el sistema. No se podía tener
placeres, menos los del cuerpo. Como dijimos anteriormente, la castidad era
premiada, los orgasmos eran dañinos para el cuerpo y para la mente. Era sucio,
inmoral el sexo y quienes osaban incumplir esta restricción eran acusados de
sexocrimen. La única familia es el partido, por lo tanto la felicidad se la
deben a él, los orgasmos le pertenecen a él. Pero Winston ama a Julia, y la ama
precisamente porque creía que ella representaba totalmente lo contrario al
ideal de mujer que el partido pregona. Cuando le pregunta si había tenido sexo
con otros hombres y ella le responde que con cientos, Winston le dice que odia
la pureza, la bondad, que adora a los corruptos, confesión que no era más que
un grito de rebeldía. Y ella le responde que era perfecta para él. (Radford, M.
1984) Y a partir de ahí ellos tuvieron repetidas citas, repetidos orgasmos que
liberó sus pensamientos y los ponía al filo de la navaja, pues sabido era para
ellos que la violación de la regla de castidad se pagaba con dolor y con
muerte. ¿Y las revoluciones en sí mismo, no están revestidas de la posibilidad
del dolor, de la muerte? ¿Que hay más de noble que morir por tener aunque sea
un minuto de libertad? ¿Era una medida ridícula la de prohibir el sexo?
Foucault (2003) indica:
Creo que la sexualidad fue importante por
muchas razones, pero en particular por
las siguientes: por un lado, como conducta precisamente corporal, la sexualidad
está en la órbita de un control disciplinario, individualizador, en forma de
vigilancia permanente (y, por ejemplo, los famosos controles de la masturbación
que se ejercieron sobre los niños desde fines del siglo XVlll hasta el siglo
XX, y esto en el medio familiar, escolar, etcétera, representa exactamente ese
aspecto de control disciplinario de la sexualidad); (…) La sexualidad está
exactamente en la encrucijada del cuerpo y la población. Compete, por tanto, a
la disciplina pero también a las regulaciones. (p. 227)
Y al parece estos
encuentros fortuitos con Julia cada vez liberaba más pensamientos de Winston,
aflorando en él ese deseo de libertad. Quizá motivado por los orgasmos, por el
placer del cuerpo o tal vez por sentir que no estaba solo en su disidencia
mental. En esos encuentros con Julia se da cuenta que en el partido interior
existen privilegios, pues los racionamientos del chocolate, del café, de las hojas
de afeitar, solo eran para los del partido exterior, lo otros, esa burocracia
política que manejaba los estamentos estratégicos del Estado, tenían muchos
privilegios. Julia con algunos contactos llegaba con mercancías. Ahí se da
cuenta que la verdad que él disfraza para los demás, los del partido interior
se la disfrazaban también a ellos, los “hermanos” del partido exterior. “Existe
la verdad y lo que no es verdad. La libertad es poder decir libremente que dos
y dos son cuatro. Si se concede esto le seguirá todo lo demás” analiza Winston
(Radford, M. 1984) y lo escribe en su diario paralelo a las mentiras que le
obligaban publicar. Pero para la publicidad y la información oficial dos más
dos no eran cuatro y el pueblo así lo aceptaba, porque así lo decía el partido,
el líder. La intervención al pensamiento de las personas iba más allá de la
manipulación del lenguaje, sino también alcanzaba a las ciencias exactas, como
la física y las matemáticas. El mundo moderno a los pies de prácticas
oscurantistas, feudales, yendo contra el sentido común, racional. Respecto a
este tema Arendt (1993) sostiene:
…El hecho de que planteado el problema de
saber qué suman dos más dos, las respuesta de todos sea la misma, cuatro, en
adelante se convierte en el modelo de razonamiento del sentido común (…) Dicho
reemplazo permite a la ciencia moderna cumplir su tarea de producir los
fenómenos y objetos que desea observar. Y se da por supuesto que ni Dios ni un
espíritu maligno pueden cambiar de que dos más dos sean cuatro. (p. 310-311)
Si
algunos presidentes de nuestros países aplicaran el sentido común en
situaciones políticas quizá no hubieran tenido desenlaces que no se esperaban.
Recuerdo el caso de Abdalá Bucaram, un ex presidente nuestro años atrás, que
para salir de la crisis económica en la que tenía sumido a Ecuador en su breve
periodo presidencial, y cumplir con los pagos a la banca mundial y sus
compromisos con el FMI, no encontró mejor solución que subir el precio del
cilindro de gas de 11 kilos, de tres mil y tantos sucres a veinte mil sucres.
Una brutalidad económico-social dijeron unos, falta de criterio político porque
afectaría a los más pobres. El sentido común indica que en Ecuador, país
petrolero, hay dos productos que el pueblo defiende con los dientes: El precio
del pan y el precio del gas. Bueno, la falta de sentido común lo obligó a salir
huyendo por la puerta trasera del palacio presidencial antes que dos millones
de enfurecidos proletarios que desfilaban hacia el Palacio Presidencial lo
arrastrara por las calles de Quito. Tuvo que exiliarse en Panamá hasta el día
de hoy. El año pasado viajé de vacaciones a mi país después de muchos años.
Cuando fui comprar, me llamó la atención lo demasiado barato del precio del
gas, del pan y de los alimentos en general, de los pasajes de la locomoción
colectiva, etc. Rafael Correa está gobernando con sentido común, no con el
“criterio” económico de algunos antecesores, que también huyeron por la puerta
trasera.
Cuando Julia le pregunta si no tiene
miedo que la policía del crimental o del sexocrimen los atrape, Winston le
responde que lo importante no es que los atrapen sino que no se traicionen.
Porque si logran hacer que se traicionen podrían dejar que deje de amarla y esa
sí sería una verdadera traición. Para Winston la traición era no sentir, no
pensar, no cuestionar la guerra, una guerra embustera de enemigos del pueblo,
que no eran más que los mismos políticos del partido que la inventaban. “En
principio, la guerra siempre se planea para mantener la sociedad al borde de la
hambruna. El grupo dirigente hace la guerra contra sus propios súbditos. Y su
objetivo no es ganarle a Euroasia o Asia Oriental, sino mantener intacta la
estructura misma de la sociedad” apunta
Winston (Radford, M. 1984). Habermas (1994) al referirse a un ideal platónico
de sociedad, agrega:
…Una sociedad civil organizada según este
ideal “es la exposición del mismo según las leyes de libertad mediante un
ejemplo en la experiencia (res pública fenomenon), y solo puede ser
laboriosamente conseguida luego de múltiples guerras y hostilidades; más su
constitución, una vez conquistada en gran escala se califica como la mejor de
todas” (…) El dominio de las leyes es garantizado mediante la notoriedad
pública, esto es, mediante una publicidad cuya capacidad de funcionamiento
posibilita lavase natural de la situación de derecho o de justicia. (p. 208)
Y Foucault (2003) dice que la guerra
no solo se la hace a los adversarios, sino que se expone a los propios
ciudadanos a que se maten por millones utilizando la estrategia del racismo, de
la inferioridad del otro. Los soldados que invaden países actualmente como
Estados Unidos y sus aliados usan mucho este concepto.
Aunque a veces criticaba la
pasividad de los proletarios ante el trato del resto de la sociedad Winston,
igual tenía fe en que en algún momento éstos iban a pensar y a rebelarse igual
que él. Y lo notó en la felicidad de aquella mujer proletaria pero libre,
lavando ropa y cantando aquella melodía. Libre porque no tenía culpas que
reprocharse, delitos de los cuales arrepentirse. “El futuro es de ella,
nosotros somos los muertos” -dice Winston- “Nosotros somos los muertos”
reafirma la traidora Julia. Y efectivamente era el presagio de lo fatal. En ese
régimen totalitario, el pensamiento es mucho más peligroso que la acción, y
revierte mayor peligro el pensamiento contrario del que pertenece a tu “grupo”,
el de tu “hermano”, que el de afuera. Porque ese “hermano” conoce muy bien tus
debilidades. Por eso existe la policía del crimental, cuya misión era
anticiparse a los hechos, adivinando algún pensamiento fuera de las normas
establecidas, para poderlo neutralizar. Me imagino a organismos secretos que se
crearon en la época de la dictadura aquí en Chile y que asesinaron a altos
Generales por tener ideas distintas al régimen militar de Pinochet. Me imagino
los grupos que se crearon en la Unión Soviética en época de Stalin para realizar las “purgas” políticas, o los
Estados Unidos con su “democracia ejemplar” expertos en sabotear e intervenir
teléfonos y sistemas electrónicos para espiar a sus rivales políticos y también
a sus aliados, lo que al Presidente Nixon le costó el poder. Weber (1977)
manifiesta: “Pues todo partido es una organización que lucha específicamente
por el dominio, y por consiguiente, tiene la tendencia -a veces oculta- a
organizarse expresamente de acuerdo con las formas de dominación” (p.318). Las
paredes miran, el aire escucha, el miedo habla, y así lo entendieron Winston y
también su amigo Parsons, que le confiesa que era agente encubierto y que ni el
mismo lo sabía, que se habían apoderado de él por sorpresa y que su propia hija
adoctrinada a las reglas del partido lo había entregado, y que se sentía
orgulloso de ella. (Radford, M. 1984)
Y es aquí donde O´Brien entra a
cumplir su trabajo con despiadada eficacia. El trabajo de purgar en aquel
cuerpo, aquella mente torcida, el peor de los crímenes, el crimental. Y para
ellos, para cumplir la norma y dar el “ejemplo”, más cruel que los mismos
ahorcamientos con la purga del dolor en su máxima expresión: tortura física y
sicológica, para infundir temor y escarmiento en los demás. Métodos
sanguinarios que en todos los sistemas se ha cometido y se siguen cometiendo.
Ahí tenemos las torturas en la Base Naval de USA en Guantánamo contra los
acusados de terrorismo. ¿Cuántos gritos de dolor saldrán de esas calurosas
celdas?
…La razón de esta imposibilidad radica en que
solo el dolor es independiente por completo de cualquier objeto, que solo quien
padece dolor se siente a sí mismo de manera exclusiva; no se disfruta al
placer, sino algo fuera de él. El dolor es el único sentido interno encontrado
por la introspección que puede rivalizar independientemente de los objetos
experimentados con la evidente certeza del razonamiento lógico y matemático.
(Arendt, 1993, p. 334)
Y era precisamente
lo que O´Brien quería extirpar de la mente de Winston, ese razonamiento lógico
que perturbaba al poder absoluto, ese pensamiento lógico que es una ventana
para que el hombre llegue a la verdad. Y le dice el torturador que no
destruirán al hereje hasta convertirlo en uno de ellos, hasta que sienta pena y
amor por el Gran Hermano, que le extirparán la existencia hasta evaporarlo de
la historia, que quedará aniquilado tanto en el pasado como en el futuro.
(Radford, M. 1984). Es decir quebrar completamente al sujeto, y dejarlo sin
pensamiento, sin voz, solo como un ventrílocuo resignado, tal como estaban los
del partido y la masa. O´Brien representa ese poder absoluto que tiene la
misión de mantener todo en orden. Está en la escala superior dentro del partido
interior, solo por debajo del líder. Algo así como un ministro del interior.
(Me vino a la mente un ex ministro de esa cartera). O´Brien representa la mano
derecha de es poder. “No hay lealtad, excepto al partido. “No hay amor sino
hacia el Gran Hermano. Destruiremos todos los placeres que desvíen esa meta”
(Radford, M. 1984) asegura mientras tortura a su víctima. Foucault (2003)
afirma:
El poder funciona. El poder se ejerce en red
y, en ella, los individuos no solo circulan, sino que están siempre en
situación de sufrirlo y también de ejercerlo. Nunca son el blanco inerte o
consintiente del poder, siempre son sus relevos. En otras palabras el poder
transita por los individuos, no se aplica a ellos. Así pues, creo que no hay
que concebir al individuo como una especie de núcleo elemental, átomo
primitivo, materia múltiple e inerte sobre la que se aplica y contra la que golpea el poder,
que somete a los individuos o los quiebra (p. 38).
Dos más dos son cinco acepta un
quebrantado Winston, después de confesar que odiaba al Gran Hermano y todo lo
que representaba y pedir que torturen a Julia que era la verdadera traidora. Al
final triunfa el torturador al arrancar una mentira vestida de verdad, y
triunfa el torturado al mantenerse aun con vida para seguir amando a su bella
traidora.
.
“En tiempos de engaño universal, decir la
verdad se convierte en un acto revolucionario”
(George Orwell)
Autor: Antonio Ayoví Nazareno
Bibliografía:
-Arendt,
Hannah. La condición humana. Paidós, Barcelona, España, 1993.
-Foucault,
Michel. Defender la sociedad. Buenos Aires, Argentina, FCE, 2003.
-Habermas,
Jürgen. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona, España,
Ediciones G. Gili, 1994.
-Heidegger,
Martín. “La época de la imagen del mundo” en Caminos de bosque. Madrid,
España,
-Marx, K;
Engels, F. La ideología alemana. Montevideo, Uruguay, Ediciones Pueblos
Unidos,
1968.
-Tocqueville,
Alexis de. La democracia en América. Edición Sarpe, Madrid, España,
1984.
-Weber, Max. Economía
y sociedad. Colombia, Fondo de Cultura Económica, 1997.
-George Orwell (1903-1950)
Periodista, ensayista, crítico y
novelistahttp://www.revistaelobservador.com/index.php/opinion/la-foto-del-lunes/6683-ique-es-periodismo-periodismo-es-publicar-lo-que-alguien-no-quiere-que-publiques-todo-lo-demas-son-relaciones-publicas.html
-Radford, M. 1984. Adaptación
cinematográfica de la obra literaria de George Orwell “1984”
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